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viernes, 27 de septiembre de 2019

Parábola del trigo y la cizaña


Mateo 13:24-30

Por:
Carlos Ardila

     Esperaban los judíos que el Mesías al venir destruyera por completo a sus enemigos; no obstante, a través de esta figura el Señor precisó a sus oyentes que el bien y el mal han de coexistir en el mundo hasta el fin de los tiempos cuando Él hará separación entre los buenos y los malos recompensando a los fieles y castigando a los malvados. Conviene señalar que esta historia ilustrativa del Maestro no guarda relación alguna con el necesario aspecto disciplinario interno de la iglesia ni contradice su ejercicio (Cp. Mateo 18: 15-22; Romanos 16:17; I de Corintios 5:5,6; I de Tesalonicenses 5:14; II de Tesalonicenses 3:6; I de Timoteo 5:20), si no que claramente refiere al juicio final.

     La cizaña es una planta de tallo ramoso perteneciente a la familia de las gramíneas, es decir a aquellas de vástago cilíndrico generalmente hueco y de largas hojas angostas con espigas planas y anchas cuyos granos contienen toxinas que crece espontáneamente en los sembrados alcanzando hasta un metro aproximado de altura y que siendo similar al trigo resulta muy difícil de extirpar, es posible que la clase de cizaña en mención en esta ilustración haya sido la barbuda, variedad que muy común en Palestina en su primera fase de desarrollo es casi imposible diferenciarla del trigo, es así que dadas sus características, cuando crecen juntos en el mismo suelo estos dos vegetales, intentar separarlos puede causar la pérdida de la buena hierba debido a la confusión que fácilmente suscita la similitud existente entre ellos por lo cual lo mejor es esperar su maduración para poderlos distinguir y solo entonces cortar la maleza y cosechar el grano.    

     En esta ocasión el Maestro dirigió la atención de sus oyentes hacia el fin del mundo, he aquí las representaciones empleadas por Él en esta ilustración, así como la explicación de ellas en sus propias palabras: El que siembra la semilla es el Hijo del Hombre, es decir el Señor mismo, el campo es el mundo, la buena semilla son los hijos de reino, la cizaña representa a los hijos del malo, el enemigo que la sembró es el diablo, la siega o la cosecha es el fin del siglo en alusión al final de los tiempos, los segadores son los ángeles de Dios quienes enviados por Él separarán a los buenos de los malos, los manojos de cizaña atados para ser quemados refieren al castigo eterno de los infieles en el infierno en tanto que finalmente, el granero en el cual será guardado el buen grano es una clara referencia a la recompensa de los justos en el cielo (Cp. Mateo 13:36-43).

     Si bien existen autoridades puestas por Dios en el mundo para infundir temor a quienes hacen el mal y a ellas, debemos estar sujetos (Cp. Romanos 13:1-5), una cierta sensación de impotencia ante la impunidad que en él se suele observar nos podría impactar, quizás al punto de llegarnos a desalentar (Cp. Salmos 73:1-28), no obstante, conscientes de que hasta el fin del tiempo han de coexistir el bien y el mal, esforcémonos por actuar de acuerdo a la voluntad de Dios quien a todos nos ha de juzgar (Cp. Juan 5:28,29).   

     “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”. (Cp. Mateo 13:43; Daniel 12:1-4).