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sábado, 28 de septiembre de 2019

ÉL CUIDARÁ DE TI


Por:
Carlos Ardila

     Vivimos en una era de estrés, de afán y de ansiedad, es así que algunos individuos se hallan inmersos en un sinnúmero de inquietudes y sobresaltos cotidianos a causa de las más variadas situaciones y circunstancias personales, familiares, sociales, laborales y financieras entre otras tantas más…

     Definida la preocupación como la ocupación mental anticipada al suceso de un algo esta nos ofrece dos diferentes ángulos, el positivo y el negativo, en este orden de ideas la preocupación legítima y justificada nos hará prevenirnos de un riesgo o un mal inminente, nos ayudará a forjarnos un mejor futuro mediante el trabajo y el ahorro previos y nos hará mostrar un interés personal en el bienestar de alguien; ahora, desde el punto de vista negativo la preocupación denota miedo, temor, angustia, sobresalto e inquietud ante las situaciones a más de ser una falta evidente de fe y de confianza en la presencia y el cuidado del Señor.

     Son muchas las situaciones y las circunstancias que preocupan negativamente al hombre, así, las gentes inútilmente se inquietan acerca de hechos ya sucedidos, mismos que no podrán ser revertidos o cambiados, se afanan y tensionan pensando en aquellas cosas que quizás jamás sucederán, y de manera principal se autotorturan preguntándose ¿qué comeremos y qué vestiremos?, dudando así de su futuro material, preocupación tal que analizaremos en breve en nuestra reflexión devocional considerando las Palabras del Maestro quien concluyó que esta es vana, inútil, pecaminosa y desde luego, contraria a la voluntad de Dios (Cp. Mateo 6:25-34).

     En primer término, hemos de observar que la preocupación ha sido prohibida por Él al decir: “No os afanéis” (vs. 25, 31,34), a más de señalar que esta es masoquista y absurda en el pensar que Dios no cuidaría de nosotros (vs. 26-30), vana e inútil frente a las situaciones invariables (vs. 27), infiel, pagana y carente de fe si como los incrédulos concentráramos nuestra atención exclusivamente en lo material que el Rey nos ha prometido desde antes si primero buscamos su reino y su justicia (vs. 30, 32, 33, 34), e innecesaria puesto que nuestro omnisciente creador sabe de antemano que es aquello que necesitamos y está dispuesto a dárnoslo (vs. 32); en consecuencia, no te preocupes ya más, respecto a lo material, haz lo que debas hacer, espera y confía en el Señor, pues él cuidará de ti siempre que le seas fiel (Cp. Deuteronomio  11:12-32).