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Una de las principales causas del dolor es
el desamor, cuando el hombre se niega a amar, se priva a sí mismo de la
capacidad de querer, comprender, ayudar y perdonar a los demás, a su vez que tal
condición le impide disfrutar de sus obras y le roba la paz interior a la par que
le hace incapaz de vivir en armonía con
otros individuos más; todo lo anterior,
desde luego, le torna amargado e infeliz.
Dios es amor y a través de su Palabra nos
enseña a amar, Él nos comprende, nos ayuda y nos perdona, al seguir su ejemplo
de amor podemos comprender, ayudar y perdonar a los demás (Cp. I de Juan 4:8).
Una de las principales causas del desamor,
la amargura y la infelicidad es el egoísmo que hace al hombre constituirse a sí
mismo el centro de su universo sin pensar en el bienestar de los demás.
A fin de superar el egoísmo que nos hace
sufrir a la vez que causa dolor a otros más a nuestro alrededor, aprendamos y
vivamos de acuerdo a las características del amor de Dios, fuente inagotable de
amor, gozo y paz quien por medio de su Palabra y el ejemplo de Jesús nos enseña
a amar.
Su Palabra dice:
“Nada hagáis por contienda o por
vanagloria; antes bien con
humildad, estimando cada uno a los demás
como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los
otros” (Cp. Filipenses 2:3,4).
More en nosotros el amor no egoísta de
Dios y pensemos tanto en nuestro propio bienestar como en el de los demás (Cp.
Corintios 13:5; Mateo 7:12; 22:37-40).