Copyright © Todos los derechos reservados por Carlos Ardila.

viernes, 27 de septiembre de 2019

DE LAS FUERZAS SECRETAS


Por:
Carlos Ardila

     Deseas anunciar las buenas nuevas de salvación al mundo; sin embargo, ¿te relacionas con aquellos quiénes perdidos necesitan escuchar de ti la Palabra de Dios, o secretamente tan solo esperas e incluso oras porque alguien más les hable del Señor? (Cp. Romanos 10:13-17).

     Sueñas con un mundo distinto, más sensible y abierto a Dios, más solidario y justo; sin embargo, ¿te diferencias de los del mundo como para hacer que entre tú y los de él sea notoria alguna diferencia?, ¿te atreves a vivir de un modo diferente al de la usanza del mundo, o por tu manera de actuar te identifica el mundo como a uno más de entre los de dicho mundo?, ¿eres excelente cristiano en domingo y en la iglesia, pero tan mundano como el mundo mismo entre semana?, ¿eres de aquellos que poseen aún una doble personalidad, la espiritual y la carnal, o de los que crucificando la vieja naturaleza carnal han hecho reinar a Cristo en ellos viviendo siempre de acuerdo a su voluntad? (Cp. Romanos 12:1,2; Gálatas 2.20; Mateo 5:14-16).

     Anhelas fervientemente servir al Señor, ¿pero estás aún esperando el tiempo y la oportunidad para hacerlo en lugar de ponerte cada día y en todo lugar a su disposición, yendo en busca de las oportunidades de servicio a Él en el reino y entre las personas del mundo con las que a diario interactúas?

     Si aún sigues deseando servirle al Señor para construir un mundo mejor y hacer salvas a las almas llevándolas a los pies de nuestro Salvador, lo cual sin duda quieres de un muy buen corazón, pero vives como un cristiano anónimo, hoy quiero animarte a pensar que rendirle tu servicio a Dios más que un asunto de sueños y de anhelos personales es una cuestión de decisión, sí, de decidirte a involucrarte con su obra y con quienes necesitan oír de ti el mensaje de salvación, de dejar de ser un discípulo secreto del Señor para atreviéndote a ser diferente, hacer la diferencia en el mundo.

     Si hasta hoy has sido tú un cristiano anónimo, ahora mismo decide abandonar las fuerzas espirituales secretas del Señor para entrar al servicio de las fuerzas espirituales activas, visibles y públicas de Cristo.
     La Palabra de Dios dice:

     “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Cp. Mateo 10: 32,33).