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viernes, 27 de septiembre de 2019

CREO EN DIOS


Por:
Carlos Ardila

     No tan solo de la manera racional que me hace estar consciente de su evidente existencia (Cp. Romanos 1:19-32; Santiago 2:19), aún más allá de ello, creo en Dios como en el ser superior, interesado de manera personal en mi frágil existencia por Él desde antes, destinada a la eterna permanencia (Cp. Juan 3:16; Filipenses 3:20,21).

     Creo en Dios, no tan solo como en el ser omnipotente al control de todas las cosas, sino aún más allá de ello, he depositado mi entera confianza en su acción disponiendo a la vez que encaminado en mi bien todas aquellas cosas (Cp. Romanos 8:28).

     Creo en Dios, no tan solo como en el ser omnisciente, dueño absoluto del saber y de la ciencia, sino aún más allá de ello, he decidido confiar en su anticipado conocimiento respecto de todo aquello cuanto sabe Él me será de beneficio (Cp. Efesios 3:20,21).

     Creo en Dios, no tan solo como en el ser omnipresente, cuya sola presencia abarca todos los espacios, así como todas las cosas, sino aún más allá de ello, puedo percibirle tanto en derredor mío como dentro mí trabajando siempre en función de ayudarme en dichos espacios por, en y a través de todas aquellas cosas (Cp. Salmos 34:7; 23:1-6; I de Corintios 3:16; 6:19).
 
     Creo en Dios, no tan solo como en el ser inspirador de su revelada Palabra, sino aún más allá de ello, confío en Él, como en el siempre fiel cumplidor de todas sus promesas (Cp. II de Timoteo 3:16,17; Hebreos 10:23; 11:11; II de Timoteo 1:12).

     Aún más allá de creer en Dios solo como quien está en la posesión de un saber racional, he optado por creerle al Dios de cuya existencia estoy consciente; en consecuencia, al creer que Él efectivamente existe y jamás me ha defraudado, siempre he de pensar y actuar con base en la fe que me hace afirmar: creo en Dios con absoluta certeza (Cp. Hebreos 11:6; Santiago 1:19-27; 2:20-26).

     ¿Crees tú en Dios?