Mateo 21:28-32
Poco
antes de ofrecer a sus oyentes esta ilustración, el Señor había expulsado a los
mercaderes y volcado las mesas de los cambistas en el templo (Cp. Mateo
21:12-17), hecho a raíz del que Él era entonces aún más cuestionado por los líderes
religiosos de Israel (Cp. Mateo 21:23-27) quienes le interrogaron acerca de su autoridad
para actuar de ese modo e inquirieron sobre la fuente de tal potestad; ante
esta inquietud, Jesús también les formuló a su vez a ellos una pregunta relacionada
con el bautismo de Juan (Cp. Mateo 21:25) a la que estos decidieron no responder, razón en
virtud de la cual el Maestro tampoco les contestó y en lugar de ello a continuación les refirió esta
parábola.
Mediante
estas palabras el Señor hizo referencia a la infidelidad de algunos miembros
del liderazgo espiritual de su nación representándoles por medio del segundo hijo
de los dos aquí en mención, ya que ellos
al igual que este habían inicialmente aceptado hacer la voluntad de Dios
desistiendo luego de llevarla a cabo en tanto que en actitud contraria a la
suya, los publicanos y las prostitutas, personas aquí simbólicamente aludidas por medio del primer hijo, antes renuentes a obedecer
a su Padre celestial después arrepentidas optaron por servirle adelantando, por tanto, a unos tantos de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo en
el camino hacia el reino de los cielos.
Severo
con aquellos dirigentes quienes habían rechazado la exhortación de Juan el
Bautista (Cp. Mateo 3:8), el Maestro estableció un claro contraste entre ellos
y los publicanos y las prostitutas penitentes, quienes sí aceptaron sus palabras
y fueron consecuentes.
Ahora, si bien puntualmente en esta ilustración
Jesús se refirió a dos grupos específicos de individuos de sus días, en todo
tiempo y lugar espera Dios que los hombres seamos diligentes en cuanto a hacer
su voluntad, aceptando la exhortación de su Palabra (Cp. Romanos 12:5; Hebreos
6:12; 12:5, 6,25; Salmos 51:16,17).