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viernes, 27 de septiembre de 2019

Parábola de los obreros de la viña


Mateo 20.1-16

Por:
Carlos Ardila

     Antes y a modo de preámbulo a esta ilustración, el Maestro había sentenciado: “Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros” (Cp. Mateo 19:30), refiriéndose con estas palabras a las futuras posiciones de algunos hombres en la vida eterna.

     Hacia el final de septiembre las uvas estaban ya maduras y al acercarse el invierno urgía su recolección, por lo cual a la vez con celeridad era requerida la contratación de los jornaleros que llevarían a cabo tal labor.

     En aquellos días los jornaleros desempleados solían concurrir a las plazas estando allí a la espera de ser contratados y de serlo, por regla general su salario era convenido con anticipación en el monto vigente de un denario por día que les sería pagado al fin de sus labores cotidianas.

     He aquí ahora las representaciones usadas en esta ocasión por Jesús, quien a través de la figura de un padre de familia refirió a Dios como el dueño de una viña por medio de la cual ilustró al reino de los cielos, el espacio espiritual que incluye a su iglesia próxima a establecerse en la ciudad de Jerusalén en el año treinta y tres después de su muerte, sepultura y resurrección (Cp. Colosenses 1:13; I de Pedro 2:9,10); mediante los obreros contratados a primera hora representó al pueblo judío, en tanto que por intermedio de los empleados a la tercera, sexta, novena y undécima aludió al mundo gentil, es decir a las personas no nacidas en Israel que llegaron a ser posteriormente partícipes de la elección divina y de su salvación (Cp. Efesios 2:11-22), finalmente, por la carga y el calor del día que soportaron los de la mañana, ejemplificó el trabajo que significó para los judíos el haber tenido que enfrentar las dificultades que rodearon la lucha por la preservación de su fe y el vivir bajo los rigores de la ley de Moisés.  

     Como lo dijera el Señor, una vez concluido el día de labores el padre de familia comenzó a remunerar a los obreros iniciando a partir de los postreros hasta llegar a los primeros, en este orden, los jornaleros que habían sido contratados para trabajar desde la primera hora de la mañana pensaban que recibirían una retribución mayor de la otorgada a los de las horas posteriores a los que se les pagó con un denario; no obstante, estos luego se sorprendieron ante el hecho de serles pagado exactamente el mismo valor, lo cual ellos juzgaron injusto murmurando de su empleador quien realmente les estaba pagando de acuerdo al monto convenido antes de su contratación.

     Se infiere en esta ilustración que la remuneración representa el don de la salvación que en igualdad de condiciones ha puesto Dios por medio de Cristo a disposición de todos los hombres con independencia del tiempo en el cual hemos sido incorporados a su servicio que de ser fiel hasta la instancia final nos permitirá recibir a la totalidad de sus siervos la misma retribución.

     Por medio de esta parábola el Maestro dejó en claro a sus oyentes que el acceder al reino no depende de los merecimientos personales individuales ni de la condición de pertenecer a una cierta nación sino que en todo tiempo y lugar Dios quien es soberano llama a todos los hombres agradándose de quienes cabalmente le sirven y a los cuales en el tiempo del fin recompensará con el cumplimiento de sus fieles promesas de salvación (Cp. Efesios 2:8-10; Hechos 10:34,35).