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viernes, 27 de septiembre de 2019

Parábola de la higuera estéril


Lucas 13:6-9

Por:
Carlos Ardila

     Justo antes de estas palabras le había sido referido al Señor lo acontecido con algunos galileos asesinados por Pilato quien después de haberles dado muerte mezcló la sangre de estos con la de sus propios sacrificios (Cp. Lucas 13:1); puesto que los judíos pensaban que los hechos catastróficos sucedidos a los hombres eran consecuencia directa de sus pecados, Jesús consciente del error de su visión acerca de tales eventos y en la intención de instruirles preguntó a sus interlocutores:
 
     “¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?” Interrogante a la que Él mismo enfáticamente respondió que no refiriéndose luego a otro hecho fortuito en el cual dieciocho personas murieron al caer sobre ellas la torre de Siloé e inquiriéndoles de nuevo: “¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén?”, inquietud a la que así mismo una vez más el Maestro con un categórico no contestó sentenciando a continuación: “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Cp. Lucas 13:2-5).

     Al esclarecer a quienes dialogaban con Él que lo acontecido a estos varones galileos a quienes Pilato asesinó y que la desgracia sucedida a los dieciocho individuos sobre los cuales cayó una de las torres de la muralla en Siloé fueron hechos lamentables e incidentales sin conexión con los pecados de ellos, el Señor intentó hacerles reflexionar respecto al arrepentimiento que nos urge a todos los hombres.  

     La higuera, un árbol comúnmente sembrado en la región de Palestina solía ser simbólicamente relacionado tanto con la paz como con la prosperidad material, en su ilustración el Señor hace alusión a una higuera aparentemente estéril; el dueño de la viña en la que esta se encontraba había estado viniendo durante tres años consecutivos para ver si obtenía fruto de ella sin hallarlo, razón por la cual deseaba cortarla, puesto que inutilizaba el terreno sobre el que estaba plantada, ante estas circunstancias, el viñador pidió a su señor que le permitiese cuidarla durante un año más a fin de poder obtener fruto de ella, de no suceder lo esperado, la higuera sería entonces cortada. 

     En la situación planteada por Jesús, el dueño de la viña representa a Dios en tanto que el viñador metafóricamente refiere a los profetas y demás siervos que antes y después de la venida del Señor sirvieron al pueblo de Israel ejemplificado sin fruto espiritual a través de higuera, los tres años esperados por el dueño de la viña para obtener beneficio de ella simbólicamente refieren al pasado infructuoso de la nación israelí y el año adicional, no literal sino figurado durante el que la higuera sería cuidada por el viñador con la esperanza de cosechar algo de esta indica el periodo improductivo que transcurriría aún antes de sucederse el corte o la devastación total de la ciudad de Jerusalén acontecida en el año setenta de nuestra era, tiempo en el cual fue destruida a manos romanas bajo el liderazgo militar del general Tito, hijo del emperador Vespasiano.

     Sí bien el juicio temporal de Dios sobre la Jerusalén espiritualmente estéril ha sido ya cumplido, continúa siempre en vigencia la exhortación del Señor respecto al arrepentimiento que nos urge, (Cp. Hechos 17:30; II de Pedro 3:9-12; Mateo 3:8).

     Siendo que por la gracia de nuestro paciente Dios transcurre aún un año más de nuestras vidas, bien haremos en pensar si quizás sea este el último del que dispongamos para enmendar nuestro camino.