Lucas 13:6-9
Justo antes de estas
palabras le había sido referido al Señor lo acontecido con algunos galileos asesinados
por Pilato quien después de haberles dado muerte mezcló la sangre de estos con la
de sus propios sacrificios (Cp. Lucas 13:1); puesto que los judíos pensaban que
los hechos catastróficos sucedidos a los hombres eran consecuencia directa de
sus pecados, Jesús consciente del error de su visión acerca de tales eventos y
en la intención de instruirles preguntó a sus interlocutores:
“¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?” Interrogante
a la que Él mismo enfáticamente respondió que no refiriéndose luego a otro
hecho fortuito en el cual dieciocho personas murieron al caer sobre ellas la
torre de Siloé e inquiriéndoles de nuevo: “¿pensáis que eran más culpables que todos los
hombres que habitan en Jerusalén?”, inquietud a la que así mismo una vez más el
Maestro con un categórico no contestó sentenciando
a continuación: “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Cp. Lucas 13:2-5).
Al
esclarecer a quienes dialogaban con Él que lo acontecido a estos varones galileos
a quienes Pilato asesinó y que la desgracia sucedida a los dieciocho individuos
sobre los cuales cayó una de las torres de la muralla en Siloé fueron hechos
lamentables e incidentales sin conexión con los pecados de ellos, el Señor intentó
hacerles reflexionar respecto al arrepentimiento que nos urge a todos los
hombres.
La
higuera, un árbol comúnmente sembrado en la región de Palestina solía ser simbólicamente
relacionado tanto con la paz como con la prosperidad material, en su ilustración
el Señor hace alusión a una higuera aparentemente estéril; el dueño de la viña
en la que esta se encontraba había estado viniendo durante tres años
consecutivos para ver si obtenía fruto de ella sin hallarlo, razón por la cual deseaba
cortarla, puesto que inutilizaba el terreno sobre el que estaba plantada, ante
estas circunstancias, el viñador pidió a su señor que le permitiese cuidarla
durante un año más a fin de poder obtener fruto de ella, de no suceder lo esperado,
la higuera sería entonces cortada.
En
la situación planteada por Jesús, el dueño de la viña representa a Dios en
tanto que el viñador metafóricamente refiere a los profetas y demás siervos que
antes y después de la venida del Señor sirvieron al pueblo de Israel
ejemplificado sin fruto espiritual a través de higuera, los tres años esperados
por el dueño de la viña para obtener beneficio de ella simbólicamente refieren
al pasado infructuoso de la nación israelí y el año adicional, no literal sino
figurado durante el que la higuera sería cuidada por el viñador con la
esperanza de cosechar algo de esta indica el periodo improductivo que
transcurriría aún antes de sucederse el corte o la devastación total de la
ciudad de Jerusalén acontecida en el año setenta de nuestra era, tiempo en el
cual fue destruida a manos romanas bajo el liderazgo militar del general Tito,
hijo del emperador Vespasiano.
Sí
bien el juicio temporal de Dios sobre la Jerusalén espiritualmente estéril ha
sido ya cumplido, continúa siempre en vigencia la exhortación del Señor respecto
al arrepentimiento que nos urge, (Cp. Hechos
17:30; II de Pedro 3:9-12; Mateo 3:8).
Siendo
que por la gracia de nuestro paciente Dios transcurre aún un año más de
nuestras vidas, bien haremos en pensar si quizás sea este el último del que
dispongamos para enmendar nuestro camino.