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viernes, 27 de septiembre de 2019

VIDAS QUE SE HUNDEN SIN CRISTO


Por:
Carlos Ardila

     Navegar imaginariamente a través de la lectura y contemplar la grandeza del poderoso gigante mar, recorrer las páginas de la historia leyendo acerca de extraordinarias gestas navales y emocionarnos al leer nostálgicos relatos de amor cuyos protagonistas sobrevivieron incluso al desastre del naufragio y que debido a su trascendencia e impacto han sido representados en el cine. 

     Seguramente la mayoría de nosotros estamos familiarizados con la historia del hundimiento del Titanic, el enorme trasatlántico británico, ocurrido en la madrugada del 15 de abril de 1912 sobre las costas de Terranova, cuando este se dirigía hacia la ciudad de Nueva York y cuyo saldo trágico, el mayor de la historia naval hasta hoy, cobró la vida de 1523 de sus pasajeros. 

     Según lo refiere la historia no eran suficientes los botes de emergencia disponibles para evacuar en ellos a la totalidad de los pasajeros de la embarcación y no hubo otro navío cercano a su localización que pudiera asistir de manera oportuna a los náufragos.

     Son tantas las personas que mueren a diario, algunas de ellas muy cerca de nosotros, simbólicamente la Palabra de Dios hace uso de la figura del mar, representando a través de este la corrupción de las naciones en medio de las cuales como miembros del equipo de salvamento del Señor vivimos tú y yo (Cp. Isaías 57:20; Daniel 7:2-7; Apocalipsis 17:15).

     Del mismo modo en el cual nos sensibiliza el dolor, la angustia y la desesperación de quienes se hundieron y se ahogaron en esta trágica situación llevada a la pantalla, ¿nos sensibiliza el estado de quienes a causa del pecado se hunden y corren el riesgo de morir espiritualmente? (Cp. I de Timoteo 6:9).

     Ciertamente, muchos fallecieron en el naufragio del Titanic debido al hecho de que no hubo quien les pudiera asistir oportunamente.

     Siendo que son muchas las vidas que se hunden sin Cristo y algunas de ellas están muy cerca de nosotros, ¿haremos algo por salvarlas por medio del evangelio?

     Según el registro del Nuevo Testamento, en medio de una gran tempestad desatada en el mar, los discípulos del Señor temiendo por sus vidas, ya que podría hundirse la embarcación en la que viajaban con el Maestro clamaron a Él por su ayuda quien de inmediato hizo cesar la tormenta (Cp. Mateo 8:23-27; Marcos 4:35-41; Lucas 8:22-25).

    Puede Dios salvar a quienes hoy muy cerca de ti y de mí se hunden sin Cristo, para ello es preciso que tú y yo les hablemos de Él.

     “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
     ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
     ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?  Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
     Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
    Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Cp. Romanos 10:13-17).