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Seguramente como yo y el público en
general, tú abras leído en alguno de los
tantos lugares en los que por seguridad se ha fijado a manera de recomendación
la siguiente advertencia disuasiva:
sonríe, te estamos filmando, afirmación, la cual aunque generalmente no
es cierta nos indica el buen comportamiento que allí debemos observar.
A más de lo anterior, quizás hayas visto
alguno de los varios reality shows últimamente proyectados en las pantallas de
la televisión, en los cuales todas y cada una de las actuaciones cotidianas de
sus protagonistas, seas estas positivas o negativas, son expuestas al análisis
y al juicio de todos los tele espectadores.
Tal vez además hayas visto, o por lo menos
conocido en parte, el hilo de la tan
famosa y exitosa producción cinematográfica The Truman Show, una vida observada
y juzgada por todos a través de la pantalla.
Por supuesto, no fue filmada de un modo
directo la vida del Señor; sin embargo, contamos hoy con el testimonio fiel de
sus obras registrado para nosotros en la Palabra de Dios, claramente no
constituyó ella una trama postiza ni hizo parte de algún show, mas sí fue
expuesta de manera trasparente al análisis y al juicio de los hombres de todos
los tiempos en general siendo ejemplar y digna de imitar (Cp. I de Corintios
11:1; I de Pedro 2:21-25).
Siendo que nuestras vidas tampoco forman
parte de ningún show, pero que por medio de su omnipresencia y su omnisciencia,
nuestro Dios está siempre al tanto de todas nuestras obras y nos brinda su
protección (Cp. Salmos 139:7-12; 34:7), en todo momento y en todo lugar, en
cada situación y en frente de cada quien y aunque no estemos siendo filmados,
sonriamos, pensemos y actuemos como lo
haría el Señor quien siempre nos observa.
La Palabra de Dios dice:
“Porque los ojos del Señor están sobre los
justos,
Y sus oídos atentos a sus oraciones;
Pero el rostro del Señor está contra
aquellos que hacen el mal” (Cp. I de
Pedro 3:12).