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viernes, 27 de septiembre de 2019

A NIVEL MUNDIAL


Por:
Carlos Ardila

     A este instante estamos a tan solo 13 días, 04 horas, 41 minutos y 18 segundos del inicio del mundial de fútbol FIFA 2014 a realizarse en Brasil, y con gran expectativa personas de todo el mundo están al pendiente de la previa y del desarrollo del evento que concita el interés general.

     La mayor ilusión de cada futbolista es la de poder participar alguna vez de su seleccionado nacional para representar los colores de su nación, con todo lo demás que pueda significarle tal actuación al nivel de su imagen personal y de su reconocimiento deportivo y económico.

     Si bien en el fútbol en cuanto a su desempeño algunas individualidades destacan sobre las demás, es este un deporte colectivo en el cual deben ser siempre priorizados los objetivos del equipo por sobre los intereses individuales, razón por la cual todos y cada uno de los participantes del juego aportan sus talentos haciéndoles trabajar de manera coordinada y en función del logro de los objetivos propuestos.

     Aunque mucho se dice en el argot deportivo, lo importante no es ganar, sino participar, desde luego, todos al jugar esperamos ganar o cuando menos hacer que el otro pierda, y es que somos la mayoría de nosotros siempre muy competitivos en todas y cada una de las actividades de la vida.

     A nivel mundial y como hijos del Señor, hacemos parte de un gran equipo e integramos con nuestros hermanos y con los ángeles de Dios las legiones del bien que a diario en lugar de competir, luchamos contra las huestes del mal, y por supuesto esperamos ganar al hacerlo, no compitiendo como en las justas deportivas por una corona material sino combatiendo por la corona espiritual y eterna que será nuestro galardón

     Al triunfar sobre las huestes del mal no solo libraremos nuestras almas, sino que además ayudaremos a salvar las de muchos otros más.

     Como se requiere y espera dedicación, esfuerzo y disciplina de quienes se preparan a diario para competir en las justas deportivas, se requiere y espera nuestra dedicación, esfuerzo y disciplina al prepararnos para luchar contra las huestes del mal, si bien el poder del Señor actúa de manera poderosa en ti y en mí, antes debe existir en nuestro corazón la predisposición continua para servirle y enfrentar de su mano la lucha.

     En cuanto a las actividades deportivas, la Palabra de Dios dice:

     ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?  Corred de tal manera que lo obtengáis.

     Todo aquel que lucha, de todo, se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

     Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (Cp. I de Corintios 9:24-27).

     Esforcémonos cada día más al servir a nuestro Dios, en nuestra lucha lo realmente importante no es tan solo participar, debemos vencer para obtener el galardón (Cp. Apocalipsis 2:10), al pelear eventualmente caeremos, pero con constancia y fortalecidos por el Señor nos levantaremos y finalmente triunfaremos a través de su poder (Cp. Romanos 8:37).