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A este instante estamos a tan solo 13
días, 04 horas, 41 minutos y 18 segundos del inicio del mundial de fútbol FIFA 2014 a realizarse en Brasil, y con
gran expectativa personas de todo el mundo están al pendiente de la previa y
del desarrollo del evento que concita el interés general.
La mayor ilusión de cada futbolista es la
de poder participar alguna vez de su seleccionado nacional para representar los
colores de su nación, con todo lo demás que pueda significarle tal actuación al
nivel de su imagen personal y de su
reconocimiento deportivo y económico.
Si bien en el fútbol en cuanto a su
desempeño algunas individualidades destacan sobre las demás, es este un deporte
colectivo en el cual deben ser siempre priorizados los objetivos del equipo por
sobre los intereses individuales, razón por la cual todos y cada uno de los
participantes del juego aportan sus talentos haciéndoles trabajar de manera
coordinada y en función del logro de los objetivos propuestos.
Aunque mucho se dice en el argot
deportivo, lo importante no es ganar, sino participar, desde luego, todos al
jugar esperamos ganar o cuando menos hacer que el otro pierda, y es que somos
la mayoría de nosotros siempre muy competitivos en todas y cada una de las
actividades de la vida.
A nivel mundial y como hijos del Señor,
hacemos parte de un gran equipo e integramos con nuestros hermanos y con los
ángeles de Dios las legiones del bien que a diario en lugar de competir,
luchamos contra las huestes del mal, y
por supuesto esperamos ganar al hacerlo, no compitiendo como en las justas
deportivas por una corona material sino combatiendo por la corona espiritual y
eterna que será nuestro galardón
Al triunfar sobre las huestes del mal no
solo libraremos nuestras almas, sino que además ayudaremos a salvar las de muchos
otros más.
Como se requiere y espera dedicación,
esfuerzo y disciplina de quienes se preparan a diario para competir en las
justas deportivas, se requiere y espera nuestra dedicación, esfuerzo y
disciplina al prepararnos para luchar contra las huestes del mal, si bien el
poder del Señor actúa de manera poderosa en ti y en mí, antes debe existir en
nuestro corazón la predisposición continua para servirle y enfrentar de su mano
la lucha.
En cuanto a las actividades deportivas, la
Palabra de Dios dice:
¿No sabéis que los que corren en el
estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
Todo aquel que lucha, de todo, se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una
corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
Así que, yo de esta manera corro, no como
a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo
mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para
otros, yo mismo venga a ser eliminado”
(Cp. I de Corintios 9:24-27).
Esforcémonos cada día más al servir a
nuestro Dios, en nuestra lucha lo realmente importante no es tan solo
participar, debemos vencer para obtener el galardón (Cp. Apocalipsis 2:10), al
pelear eventualmente caeremos, pero con constancia y fortalecidos por el Señor
nos levantaremos y finalmente triunfaremos a través de su poder (Cp. Romanos
8:37).