Copyright © Todos los derechos reservados por Carlos Ardila.

viernes, 27 de septiembre de 2019

Parábola del sembrador


Lucas 8:4-15 (Cp. Mateo 13:1–15, 18–23; Marcos 4:1–20)

Por:
Carlos Ardila

     Fue esta una de las primeras parábolas del Maestro, quien desde el interior de una barca a orillas del Mar de Galilea en Capernahum se dirigió a las multitudes que de diversas ciudades venían para oírle, posiblemente ella les haya sido referida al inicio de la oposición de ciertos sectores hacía Él (Cp. Lucas 7:33-35) y en la intención de animar a sus adeptos más fieles que, afectados por tal resistencia, la incredulidad de algunos y la inconstancia de otros quizás pudieran estarse desanimando, situación ante la cual el Señor debió aclararles que no todos cuantos escucharan sus palabras efectivamente se convertirían en discípulos suyos y que ciertamente parte de su esfuerzo resultaría ser infructuoso (Cp. Juan 12:48).

     Entre los varios métodos empleados para el sembrado de las semillas, uno de los más usados por los agricultores judíos era el del voleo, de allí que las simientes esparcidas cayesen en diversos tipos de terreno.

     En tanto que en algunos casos los oyentes de Jesús podían por sí mismos deducir el significado de sus ilustraciones, en otros más era necesario que Él se las explicase como ha sido preciso en esta ocasión, he aquí entonces su propia interpretación:

     La semilla esparcida es una representación de la Palabra de Dios (Cp. I de Pedro 1:23; Santiago 1:18), el sembrador es aquel quien la enseña o la prédica (Cp. Marcos 4:14) y los cuatro diferentes suelos en donde fue a parar dicha simiente simbolizan cada cual a su vez una clase de corazón y la respuesta de este a la predicación del evangelio: 

     Los de junto del camino:

     A través de ellos Jesús se refiere a aquellos que oyen la Palabra de Dios sin mayor determinación, a quienes pronto viene Satanás arrancado de sus corazones su mensaje a fin de evitar que crean para ser salvos, integran estos el grupo de los que no le ofrecen resistencia alguna al enemigo (Cp. Santiago 4:7; Efesios 6:16).

     Los de sobre la piedra:

     Por medio de estos el Maestro representa a los que reciben la Palabra de Dios con alegría mas que no obstante al no haber permitido que ella se arraigue profundamente en sus mentes creen solo durante algún tiempo claudicando luego ante el asomo de las dificultades que encuentran en el camino de la fe (Cp. I de Pedro 5:7-11).  

     La que cayó entre espinos:

     Aludiendo a estos corazones, el Señor ejemplifica a los que escuchan la Palabra de Dios, pero cuya fe sin dar fruto es después ahogada al hallarse siempre ellos inquietos a causa de los afanes de la vida, cegados por su codicia (Cp. Mateo 6:25-34; 6:19-21), absortos en la vanagloria de la vida y presos de los placeres de este mundo (Cp. I de Juan 2:15-17).

     La que cayó en buena tierra:

     Finalmente, esta semilla representa a quienes oyen la Palabra de Dios y con buena disposición la obedecen y perseveran en su observancia dando buenos frutos (Cp. Juan 15: 1-6, 16).

     Quienes deseamos hoy transmitir el evangelio, a fin de evitar el desánimo y la frustración, debemos considerar las posibles reacciones humanas a la acción evangelizadora de la iglesia. Si bien nos ha sido encargada por Dios la predicación de su Palabra (Cp. Mateo 28:18-20), como en esta ilustración lo reseñara el Maestro, una vez esta sembrada en los diversos corazones solo podrá germinar siendo productiva o improductiva de acuerdo a la predisposición de cada quien de ellos en cuanto a recibirla y a obedecerla o desecharla, de tal suerte que fielmente hemos de llevar a cabo nuestra labor confiando en que ella siempre producirá naturalmente sus frutos al caer en el terreno apropiado (Cp. Marcos 4:26-29).