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viernes, 27 de septiembre de 2019

Parábola de la viuda y el juez injusto


Lucas 18: 1-8

Por:
Carlos Ardila

     En esta ilustración el Señor aborda la cuestión de la necesidad de la perseverancia en la oración refiriéndose a la situación de una viuda que insistentemente procuraba le fuese hecha justicia a fin de liberarse de los perjuicios que su adversario le había estado ocasionando, situación con ocasión de la cual esta reiteradamente concurría ante un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres, funcionario tal que dadas sus características personales no resultaba ser alguien idóneo para el desempeño de tan importante profesión, presumiblemente podría haberse tratado de un empleado judicial romano corrupto quien quizás estaba esperando obtener algún beneficio económico de su parte para ocuparse luego de atender su asunto (Cp. Hechos 24:26); sin embargo, pasado algún tiempo, ante la molestia que le significaba la presencia continua de aquella demandante en su despacho, este decidió actuar de acuerdo a la ley a fin de evitar tener que verla más.   

     Mediante estas palabras, el Maestro nos anima a ser fervientes y a perseverar en la oración para obtener de Él la bendición (Cp. Génesis 32: 9-13, 26-32).  

     Dado que la oración fue una constante en la vida de nuestro Salvador (Cp. Lucas 3:21; 6:12,13; 9:18,28; 22:40-46), desde luego Él espera que lo sea en la nuestra también (Cp. Efesios 6:18; Filipenses 4:6; Colosenses 4:2; I de Tesalonicenses 5:17; I de Timoteo 2:1; Santiago 5:13-16; I de Pedro 3:12; 4:7).

     He aquí ahora el contraste entre aquel juez y Dios planteado por Jesús al centrarse en la apatía e injusticia de este funcionario y en la diligencia y justicia de nuestro Padre, quien no tardará en bendecirnos, juzgando rectamente nuestras causas, en tanto se las encomendemos con fe y en la certeza de recibir de su parte siempre buenas cosas (Cp. I de Pedro 2:23; Mateo 7:7-11).