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viernes, 27 de septiembre de 2019

DEL ESPOSO A LA ESPOSA


 Por:
Carlos Ardila

     Como de costumbre, ella se levantó muy temprano en la mañana, dispuso todo en casa para tu bienestar y el de tus hijos, salió e hizo las compras e incluso tuvo tiempo para hacer algunas de tus diligencias pendientes y se fue a su propio trabajo, al llegar tú en la noche cansado, ella quizás aún más cansada que tú te recibió con su permanente sonrisa y te brindo otras atenciones más.

     Luces bien hoy amor te dijo ella alegre antes de que salieras, su mirada dulce y tierna reflejaba el amor creciente que siente por ti aunque no seas lo grande e importante y virtuoso que ella piensa que eres e incluso consciente de tus falencias personales ella día a día te alienta, te conforta y te brinda su apoyo ayudándote a ser mejor.

     Cada vez que estuviste enfermo ella estuvo a tu lado, cuándo por infortunio, negligencia, debilidad o testarudez te equivocaste, ella te sostuvo y con amor te levantó, sin ser omnipresente, ella está siempre que sea necesario contigo y al pendiente de ti, sin ser omnisciente ella sabe más de ti y de tus necesidades físicas, emocionales y espirituales que cualquiera otra persona más, ella sin ser omnipotente es la ayuda idónea con la que el Señor te ha bendecido (Cp. Génesis 2:18).

     ¿Has notado lo hermosa que está aún pese al paso de los años?, ¿se lo has dicho últimamente?, siendo que estás tan agradecido y te sientes bendecido de tenerla por esposa, ¿le has hecho saber lo orgulloso que te sientes de ella?, ya que disfrutas de sus tantas atenciones, ¿le has estado brindado tú algunas atenciones a ella?, ya sabes, algunos de aquellos detalles que aunque pequeños a ellas les hacen tan felices…

     Seguramente la amas más de lo que cualquiera otra persona en el mundo lo hace; sin embargo, dado que todos los seres humanos requerimos ser reconocidos, estimulados, alentados y amados, ¿no crees que deberías decírselo más a menudo?

     La Palabra de Dios dice:

     “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
 Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
     El corazón de su marido está en ella confiado,
 Y no carecerá de ganancias.
     Le da ella bien y no mal
 Todos los días de su vida” (Cp. Proverbios 31:10-12).

     Como requiere el rosal de ser cultivado, cultiva con pequeños detalles el amor de tu mujer, cuídala, anímala, protégela y hazle saber que la amas.

Una vez más, la Palabra de Dios dice:

     “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Cp. Efesios 5:25).