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viernes, 27 de septiembre de 2019

¿QUÉ TAN PACIENTE ERES?


Por:
Carlos Ardila

     Muy seguramente alguna vez te habrás irritado perdiendo la calma a causa de las actuaciones o el carácter de una que otra persona, o te hayas salido de quicio ante una u otra situación incómoda o adversa, pues bien, no eres, no has sido ni serás el único, el primero o el último individuo que haya reaccionado de esta forma frente a tales circunstancias, puesto que a todos sin duda nos habrá sucedido, lo cual desde luego no justifica nuestra impaciencia.

     La Palabra de nuestro Dios nos exhorta y ánima en cuanto al cultivo de la paciencia como virtud esencial que ha de ser forjada en nuestro carácter (Cp. II de Pedro 1:5-11), ella de acuerdo a su definición nos capacitará para sobrellevar o enfrentar calmadamente nuestras pruebas o penas y a encarar sin tensión ni violencia las provocaciones, manteniéndonos firmes y leales en nuestro voto de fe y obediencia al Señor.

     Muchos son los ejemplos de paciencia que podemos encontrar en las Sagradas Escrituras, nuestro Dios es paciente, lo fue igualmente nuestro Salvador, así como lo fueron también sus profetas, apóstoles y siervos antes que nosotros (Cp. Salmos 86:15; Hebreos 12:1,2; Santiago 5.10,11; II de Timoteo 3:10; Apocalipsis 1:9).

     Dado que somos seres sociales e hijos del Señor en la necesidad y el deber de interactuar con otros individuos más en nuestra cotidianidad, bien debemos esforzarnos por ser cada vez más pacientes al fin práctico del desarrollo de mejores y más productivas relaciones entre nosotros e incluso a la prudente finalidad de evitarnos los muchos problemas en los que de no ser pacientes nos podríamos ver envueltos; adicionalmente, la paciencia ante las situaciones adversas de la vida, nos mantendrá en paz y en el equilibrio necesario para hacer mejores decisiones e ir con constancia en procura de nuestra felicidad y de nuestra propia salvación (Cp. Juan 16:33; Isaías 26:3; Hebreos 12:1.2).

     En el anterior orden de ideas nos es necesario ser pacientes en las varias esferas y circunstancias de nuestras vidas, así por ejemplo debemos ser pacientes en nuestro trato con todas las demás personas en general, bien sea en el hogar, en la iglesia o simplemente en lo social (Cp. Efesios 4:2; Colosenses 3:12-14; I de Tesalonicenses 5:14; Hebreos 5:2), deberemos ser pacientes al evangelizar en consciencia de que es Dios quien finalmente prosperará nuestra labor (Cp. Marcos 4.26-29; I de Corintios 3: 5-7) y hemos de permanecer fieles al Señor, encarando y superando con paciencia, fe, valor y decisión las pruebas que debamos enfrentar camino del cielo (Cp. Santiago 1:2-4; Hebreos 10:36).

     En cuanto a ti, ¿qué tan paciente eres?

     Esforcémonos en cultivar cada día esta importante y esencial virtud cristiana.