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viernes, 27 de septiembre de 2019

Parábola de los dos cimientos


Mateo 7:24-28 (Cp. Lucas 6:46-49)

Por:
Carlos Ardila

     Mediante esta ilustración situada dentro del marco del Sermón del Monte, el Maestro dirigió su atención hacia aquellos de sus oyentes que bien Él sabía harían caso omiso de sus palabras y en dirección de quienes deseando seguirle tal vez luego se apartarían (Cp. Juan 16:30; Juan 2:23-25) intentando persuadir a estos últimos mediante la fuerza de la razón a la cual quería conducirles para animarles a ser fieles (Cp. Mateo 13:9).

     Considerando como edificaría un hombre sensato su casa fundándola sobre la seguridad de la roca a fin de evitar que esta una vez golpeara sobre ella con fuerza el temporal se desplomara, habría de proceder quien haciendo uso de igual sensatez quisiese edificar su vida espiritual que cimentada sobre la firmeza de la roca que aquí representa al Señor seguro no se derrumbaría pese al ímpetu de las tormentas que le azotasen (Cp. I de Corintios 10: 4; I de Pedro 2:4-8).

     Característicamente, algunos de los valles de terrenos inestables formados en el relieve palestino, fruto del deslave de la arena que descendía de los cerros después de las lluvias, una vez llegado el verano y secados por el sol lucían en apariencia firmes y aptos para resistir el peso de una edificación; sin embargo, luego al regreso de las precipitaciones del invierno el agua que bajaba a torrentes desde las colinas arrasaba todo cuanto hallaba a su paso incluidas las construcciones de quienes imprudentemente cimentaban sus casas sobre la inestabilidad de la arena siendo grande su ruina material.

     A través de esta parábola, Jesús planteó a los presentes el contraste existente entre la seguridad de una vida espiritual establecida sobre la estabilidad de sus enseñanzas que fielmente observadas producen salvación y la inseguridad de aquella fundada en lo aparente y atractivo del mundo que luego se desvanece llevando al hombre a la perdición (Cp. I de Juan 2:15-17; I de Timoteo 6:17,18).

     Adicionalmente y en un doble sentido, la consideración del contexto inmediatamente anterior en el que el Maestro hizo alusión a la falsa doctrina enseñada por algunos y acogida por otros, pensando agradarle a Él mas ignorando ambos grupos su Palabra (Cp. Mateo 7:15-23), permite deducir que la arena refiere al error doctrinal sobre el cual muchas personas desconociendo la verdad pretenden edificar sus vidas espirituales y cuya ruina al final será grande (Cp. Mateo 7:23; II de Pedro 2:1-3).

     Al llamarle a Él, Señor, Señor, ¿vivimos realmente de acuerdo a su voluntad? (Cp. Lucas 6:46; Mateo 7:21). Teniendo acceso al conocimiento de la revelada Palabra de Dios, aún hoy el Maestro nos confronta a pensar si efectivamente nuestras vidas están siendo o no edificadas sobre Él y en su verdad.