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Hace tan solo algunos meses estábamos
inquietos por el virus del dengue, luego esta preocupación quedó atrás ante la
amenaza de virus mayores mucho más graves, y claro, todos queríamos evitar ser
contagiados, es así que nos protegíamos tomando todas las precauciones
necesarias.
¿Has sido atacado por el virus de la
gripe?, ¿has sufrido de un resfriado tan fuerte que has caído en cama,
alterándose con ello toda tu normalidad, estando físicamente impedido para realizar
tus actividades diarias?, ¿has recibido alguna advertencia respecto a no abrir
un determinado correo diciéndote que si lo haces tu computadora será infectada
con un virus informático e incluso podría ser inutilizada o destruida?
Dichos virus informáticos, al igual que los
biológicos son pequeños, se autorreproducen e infectan a un ente receptor desde
un ente transmisor y se propagan a través de diversos métodos.
La Palabra de Dios nos habla acerca de un
antiguo virus al que llama o denomina pecado o violación de la ley divina, este
virus se infiltra en el hombre y le enferma espiritualmente, alterando su
normalidad, la santidad para la cual fue creado, e incluso produce en él la
muerte espiritual.
A fin de evitar los virus informáticos
hacemos uso de diversos programas antivirus, igualmente, a fin de evitar el
contagio de los virus espirituales de la fornicación, la envidia, la mentira y
muchos otros más, debemos llenarnos de la Palabra de Dios y recurrir a la sangre
de Cristo que nos lava y desinfecta de toda maldad.
La Palabra de Dios dice: “¿cuánto más la
sangre de Cristo, el cual mediante el
Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Cp. Hebreos 9:14).
¿Ya has sido tú lavado en la sangre de
Cristo?, ¿ya has sido por Él purificado? Si no, hoy mismo deberías serlo,
recurre a Él y serás sanado, bendecido y salvo.