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viernes, 27 de septiembre de 2019

¿RELATIVISMO ÉTICO Y MORAL?


Por:
Carlos Ardila

     Mucho de lo que hacemos o dejamos de hacer nos supondría serios conflictos o dilemas éticos y morales, de no ser absolutamente claros los principios éticos y morales que nos han sido enseñados por nuestro Dios a través de su Palabra.

     Con reiterada frecuencia solemos escuchar decir acerca de una u otra creencia, de una u otra práctica en cuanto a su validez, que estas dependen de quién y con base en qué cultura o contexto social o situacional las acepta y las realiza o las rechaza y deja de hacer, de acuerdo a este razonamiento no pueden existir verdades absolutas acerca de algo, ya que todas las creencias y las prácticas con base en ellas son relativas o subjetivas, es decir que si una creencia se acepta o se rechaza está bien, puesto que cada quien puede tener para sí mismo su propia verdad, y que una práctica u otra si se realiza o no está bien, pues cada quien de acuerdo a su propia verdad puede decidir qué hacer o no hacer y sea que lo haga o no lo haga estará bien, ya que será relativo o subjetivo si está bien o está mal lo que cada uno haga o deje de hacer dado que desde el punto de vista del relativismo ético y moral nada es bueno o malo en sí mismo y no existen verdades, valores ni principios éticos o morales absolutos o incuestionables.

     De acuerdo al relativismo ético y moral y a la relativización de la verdad, hoy en día y desde tiempo atrás muchas voces se han levantado afirmando que la iglesia anticuada y obsoleta debe adaptarse a las exigencias sociales del tiempo actual, aceptando creencias y prácticas que no son parte de la moral de Dios revelada para nosotros en su Palabra y que de hecho, clara y abiertamente la contradicen argumentado que pueden existir varias interpretaciones acerca de una misma y única situación y que todas pueden ser válidas dentro de un determinado contexto cultural o social.

     En el anterior orden de ideas en muchos lugares del mundo es aceptado y legal abortar, realizar uniones matrimoniales entre individuos del mismo sexo y permitir su adopción de bebés, juntarse en concubinato en lugar de casarse las parejas y consumir alucinógenos entre otras varias situaciones más, ya que nada es bueno o malo en sí mismo y que las creencias, principios y valores cristianos deben adaptarse a las exigencias de la evolución cultural y social del mundo o al contexto en el que ella se encuentra.

     Claro está que siendo cristianos debemos someternos a las autoridades y obedecer sus leyes, (Cp. Romanos 13:1.2), siempre y cuando desde luego estás, no violen la voluntad de Dios en cuya Palabra nos han sido enseñadas verdades éticas y morales absolutas que debemos aceptar y obedecer por sobre las leyes humanas que le sean contrarias a Él (Cp. Hechos 5:29-40).

     Si la ética y la moral distorsionadas del mundo aceptan y validan pareceres y conductas opuestas a la voluntad de Dios, ¿debe aceptar y naturalizar tales situaciones la iglesia?, ¿debe la Palabra de Dios adaptarse al contexto cultural o social del mundo?, ¿son relativas o subjetivas la ética y la moral cristiana? Por supuesto que no, es el hombre quien debe adaptarse a Dios y no a la inversa.

     La Palabra de Dios sin relativismo o subjetivismo alguno y sin aceptar términos medios en cuanto a la obediencia, dice:

     “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
     ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Cp. Isaías 5:20,21).

     “Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente.  ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro!  Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca” (Cp. Apocalipsis 3:15,16).

      “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Cp. Mateo 12:30).  

     “Porque:
 Toda carne es como hierba,
      Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
 La hierba se seca, y la flor se cae;
     Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
 Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (Cp. I de Pedro 1: 24,25).

     Sin relativismos, sean nuestra ética y nuestra moral basadas solo en Dios y en su revelada Palabra que, en lugar de cambiar, permanece para siempre.