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viernes, 27 de septiembre de 2019

ATENCIÓN, ESFUERZO Y DEDICACIÓN


Por:
Carlos Ardila

     Aprender a andar en bicicleta aunque te cayeras y te golpearas quizás haya concentrado en algún tiempo tu atención al punto tal de hacerte persistir caída tras caída intentándolo una y otra vez hasta finalmente lograrlo; estudiar un nuevo idioma estando atento no solo a su gramática y estructura sino además a su escritura y a la pronunciación de miles de nuevas palabras que tras la insistente repetición pudiste dominar, y conocer mejor a cada una de las personas con las que interactúas en los círculos sociales más cercanos de tu vida a fin de poder relacionarte armoniosamente con ellas, son solo algunos ejemplos de las cosas que tal vez hayas hecho concentrando en ellas toda tu atención, esfuerzo y dedicación.

     Desde nuestra más temprana infancia comenzamos a aprender las tantas cosas que nos son necesarias para nuestro desarrollo intelectual y a diario adquirimos nuevos conocimientos que nos enriquecen y nos capacitan para el desempeño de una u otra profesión; por supuesto, todo proceso de aprendizaje exige de nosotros atención, esfuerzo y dedicación.

     Por supuesto, aunque algunas cosas nos parecen difíciles, no todo lo que aprendemos nos representa un grado mayor de dificultad, pero ciertamente aquello que nos gusta y que consideramos de valor concentra al máximo nuestra atención llevándonos a la dedicación de todo el tiempo y el esfuerzo que aprenderlo nos suponga (Cp. Lucas 12:34).

     Siendo que Dios se nos da a conocer por medio de su Palabra, cómo en todo asunto de atención, esfuerzo y dedicación, ¿estás tú concentrándote en aprender más acerca de Él?, ¿o tus opiniones e intereses, sean estos cuáles sean, te hacen ver demasiado difícil darle algo de atención, esfuerzo y dedicación al estudio de su Palabra?

     Acerca del valor espiritual, del estudio y de la enseñanza de las Sagradas Escrituras, cuyo conocimiento nos hace sabios para nuestra salvación, el apóstol Pablo le escribió así al joven evangelista Timoteo:

     “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

     Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente, preparado para toda buena obra” (Cp. II de Timoteo 3:14-17).