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Enfermedad, frustración y decepción son,
entre otras varias situaciones indeseadas, más parte temporal de las etapas de
nuestras vidas; no fueron siempre positivas las circunstancias que atravesaron
en el devenir de sus días los patriarcas, los apóstoles y otros muchos más de
los siervos de Dios quienes enfrentaron
adversidad, persecución e injusticia sumadas a otras muchas dificultades más
conservándose siempre fieles y obteniendo la victoria ayudados por Él (Cp. Hebreos 11), actitud de firmeza que hoy desde
luego debemos asumir también los demás hijos de nuestro Padre seguros de que si
fielmente le seguimos Él hará que todas las cosas, inclusive aquellas que
parecen ser tan negativas redunden finalmente en nuestro bien (Cp. Romanos
8:28).
Por supuesto, temporalmente la adversidad
al golpearnos nos aflige, no obstante, pese a ella, no debemos los hijos de Dios
permitirle al enemigo socavar nuestra fe para hacernos renegar de nuestro Padre
(Cp. Job 2:1-10), sino fortalecernos en Él y en sus fieles promesas de ayuda y
protección para encararlas conscientes de que después de ellas habremos
madurado espiritualmente, siendo provistos de la experiencia necesaria que nos
capacitará para comprender, consolar y ayudar a los que sufren (Cp. Hebreos
4:14-16; II de Corintios 2:3-5).
En medio de nuestras pruebas reafirmemos
nuestra fe en Dios quien jamás nos dejará (Cp. Isaías 41:10), oremos y
esperemos confiadamente en Él (Cp. Efesios 3:20,21), qué nuestras fuerzas no se
agoten haciéndonos desfallecer, como las águilas renuevan sus fuerzas cuando ya
parecen no tener ningunas, renovemos las nuestras también recordando siempre
que todo mal es temporal y en Dios lo podremos superar (Cp. Romanos 8:35-39).
“¿No has sabido, no has oído que el Dios
eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se
fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los
muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que
esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Cp. Isaías
40:28-31).