Mateo 25:1-13
Las
costumbres judías con relación a las ceremonias nupciales y a los eventos que
previa y posteriormente las rodeaban solían variar considerablemente de una
región a otra según su trasfondo cultural, no puede afirmarse, por lo tanto, que
existiera entonces un ritual oficial a ser empleado en todo ceremonial nupcial.
La
descripción hecha por Jesús en su ilustración refiere a uno de los más tradicionales
rituales nupciales observados en la región de Judea, en este generalmente la
celebración incluía el ofrecimiento de un prolongado banquete cuya duración solía
extenderse incluso hasta cerca de la media noche y después del cual la desposada
se dirigía hacia su nueva residencia regularmente establecida no muy lejos de
las casas paternas de los cónyuges, durante el trayecto que debía recorrer la
novia solía ser acompañada de un grupo de personas portadoras de antorchas
encendidas, en tanto que su esposo igualmente a la luz de las lámparas caminaba
en dirección a la casa de sus suegros a fin de ultimar todos los detalles
pertinentes al arreglo familiar, puesto que ambas familias cooperaban tanto en
la organización como en la financiación del evento social; dado el largo tiempo
que ocupaba todo este ritual, el novio tardaba en ir luego al encuentro de su
esposa en su nuevo domicilio, razón en virtud de la cual se preveía el envío de
un mensajero delante de él anunciándole a ella su venida de modo tal que esta
advertida saliera a recibirle bajo la luz de las antorchas que debían
permanecer encendidas.
En
esta ilustración, que hace referencia al tiempo del fin, la media noche indica
de manera figurada el momento en el que ha de regresar el Señor (Cp. Lucas
12:35-40; I de Tesalonicenses 5:2) personificado a través de la figura del esposo
y las cinco vírgenes prudentes que velaron activas, representan a su vez a todos
aquellos quienes permanecen fieles y al pendiente de su venida en tanto que las
cinco vírgenes insensatas, distraídas, durmientes e inactivas ejemplifican al pueblo judío incrédulo y a todos los que no recibieron
al Hijo de Dios ni esperan su segunda aparición, así las diez en total simbólicamente ofrecen la
idea de una multitud completa que encarna al conjunto total de la humanidad.
El
aceite en las lámparas, generalmente extraído de las aceitunas del olivo, el
cual a diferencia de las vírgenes sensatas, las insensatas no tomaron para sí en
cantidad suficiente, hace relación a la provisión espiritual de fervor que cada quien
debe acumular y hacer producir en su interior viviendo en rectitud y a la luz
de la Palabra de Dios (Cp. Salmos 119:105) hasta el retorno del Señor.
Puesto
que nuestro Salvador representado aquí en el esposo ha de regresar para llevar
consigo al cielo a su esposa, la cual a su vez ejemplifica también a su iglesia (Cp.
II de Corintios 11:2), esta como una virgen sensata, previsiva y prudente, ha de
esperarle fiel y activa a la luz de su amor (Cp. Apocalipsis 19:7).
El
rechazo del cual fueron objeto las vírgenes insensatas es una clara referencia
al castigo que en el justo juicio de Dios en el día final recibirán quienes en
lugar de velar observen la misma actitud distraída y desinteresada asumida por
ellas.
En vista del seguro regreso del Señor, estén y permanezcan nuestras
lámparas encendidas.