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viernes, 27 de septiembre de 2019

PROMESAS ROTAS


Por:
Carlos Ardila

     “Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo” (Cp. Mateo 26:35).

     Se acerca el fin del presente año, ya podemos ver los arreglos navideños en las vitrinas de los almacenes, son muchas las personas que pronto saldrán a disfrutar de sus planeadas vacaciones, de acuerdo a la costumbre será este un tiempo especial de reencuentro y de celebración familiar, suele ser además esta una época adecuada para que las empresas lleven a cabo sus balances comerciales.

     Si es la voluntad de nuestro Dios, tú y yo veremos en breve el comienzo de un nuevo año, ahora, hecho tu balance del año aún en curso, ¿cumpliste con los firmes propósitos que a modo de promesas te habías hecho?, ¿qué de la dieta que seguirías?, ¿qué del mayor esfuerzo laboral que harías?, y lo que es aún más importante, ¿lograste los objetivos espirituales que te propusiste alcanzar? 

     El apóstol Pedro había prometido jamás negar al Maestro y desde luego era esta su intención; no obstante, presa del temor, él después en varias ocasiones lo negó (Cp. Mateo 26:69-75).

     ¿Por qué razón rompemos nuestras promesas? ¿No somos sinceros?, ¿no amamos lo suficiente?

     Pedro presionado por el miedo, rompió su promesa (Cp. Lucas 22:31-34); al igual que él, cada quien de nosotros estamos expuestos de continuo a la presión de las tentaciones, sin embargo, de la manera en la cual luego el apóstol fue fortalecido por Dios para seguir adelante, podemos también tú yo ser reanimados por Él (Cp. Lucas 22:32).

     — ¿Negar nosotros al Señor?  

     — ¡Jamás!    Quizás diremos, y tal vez nunca lo hagamos de manera verbal, ¿pero qué cuando a través de nuestras palabras decimos conocerlo sin que nuestras acciones se correspondan con las que deben caracterizarnos como auténticos hijos de Dios?, ¿qué de las actitudes incorrectas que asumimos?, ¿qué del mal testimonio que eventualmente le damos al mundo?, ¿qué de lo bueno que sabemos hacer mas no lo hacemos? (Cp. Santiago 4:17), ¿no son todas estas acciones y omisiones formas por medio de las cuales decimos no conocerlo? (Cp. I de Juan 4:7,8,15,16,20)

     Pese al fracaso de aquella amarga derrota temporal, Pedro se puso de nuevo en pie y pocos días después predicó un extraordinario sermón (Cp. Hechos 2: 11- 42). Al igual que a Pedro, Dios cada día nos da a ti y a mí la oportunidad de cambiar de actitud y enmendar nuestros errores.

     Acerca de la perfección, sinónimo de la madurez espiritual, el apóstol Pablo escribió.

     “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello, para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
     Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Cp. Filipenses 3:12-14). 

     Ocasionalmente en la vida seremos derribados; sin embargo, como a Pedro, Dios quien conoce nuestras flaquezas nos ayudará y nos levantará (Cp. Hebreos 4:14-16) y a través de la experiencia del error nos hará madurar,

     Pese a nuestras debilidades, permanezca siempre fiel nuestra promesa de amar y de servir al Señor.