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viernes, 27 de septiembre de 2019

NO DEJES DE VENIR II


 Por:
Carlos Ardila

     No dejes de venir a la iglesia si acaso alguno de sus miembros no te simpatiza, más bien recuerda que debes amar al Señor por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo (Cp. Marcos 12:29-31).

     No dejes de venir a la iglesia si piensas que el ministro no es para tu gusto lo suficientemente avivado y elocuente, más bien piensa que aún más importante que el mensajero lo es el contenido de su mensaje (Cp. I de Corintios 2:1-5).

     No dejes de venir a la iglesia si crees que ella es anticuada y debe modernizarse adaptándose al mundo o al denominacionalismo cambiante para hacerse más atractiva, más bien recuerda que tanto el mundo como sus deseos pasan, pero la Palabra de Dios y quienes la obedecemos permanecemos para siempre (Cp. I de Juan 2:15-17; I de Pedro 1:24,25).

     No dejes de venir a la iglesia si su pequeño templo alquilado y su sencillo decorado no te resultan lo suficientemente atractivos e impactantes, más bien recuerda que el Señor no habita en templos hechos por manos humanas y decora con humildad y santidad el templo de tu cuerpo para el Espíritu Santo (Cp. Hechos 7:48-50; I de Corintios 3:16; 6:19).

     No dejes de venir a la iglesia si crees que sus miembros no están a tu altura intelectual ni a tu nivel sociocultural o que formas parte de una estirpe racial superior a las demás, más bien piensa como debes pensar que el Señor nos ha creado a todos a su imagen y semejanza y que en Él nos ha hecho uno solo (Cp. Génesis 1:26; Gálatas 3:28).

     No dejes de venir a la iglesia si a ella concurren gentes de muchas diferentes nacionalidades cuando tú quisieras que todos fuesen solo de la tuya, más bien regocíjate en el don de la salvación de Dios y recuerda que del linaje de un inmigrante llamó Él a su pueblo (Cp. Génesis 12:1,2; Romanos 4:16,17; Hechos 11:18).

      Tratándose de algún espacio relacional en el mundo en el cual estamos sin deber pertenecerle a él (Cp. Juan 15:19) seguramente podremos elegir con quién hemos de reunirnos, no obstante, no es así en el espacio relacional espiritual de la iglesia al que hemos sido agregados por Dios y en el que sin prejuicios ni discriminaciones debemos permanecer siéndole fieles (Cp. Santiago 2:1-13).