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viernes, 27 de septiembre de 2019

Parábola del deber del siervo


Lucas 17:7-10

Por:
Carlos Ardila

     Al realizar nuestras labores y en consciencia del deber cumplido, cualquiera sea el ámbito de nuestro desempeño, una cierta satisfacción interior nos hace sentir bien con nosotros mismos, a la vez que nos seduce la idea de recibir por ello un reconocimiento adicional que en realidad no deberíamos esperar, puesto que al realizarlas hemos apenas cumplido con aquello que nos era preciso en virtud de las responsabilidades con las cuales nos hallamos comprometidos. A través de estas palabras, el Maestro nos anima a reflexionar respecto de lo que debemos hacer al servirle a Él, no solo en el limitado cumplimiento de nuestro deber, sino llevando a cabo nuevas obras e imprimiendo un cada vez mayor esfuerzo a todo cuanto hagamos en función de su gloria (Cp. Colosenses 3:17, 23, 24).

     En razón de lo anterior, no desea el Señor que al trabajar para Él en su reino, el confort de la plena satisfacción relajadamente nos conduzca a pensar que han sido suficientes nuestras acciones como para merecer alguna recompensa que podamos demandar de su mano.

     Siendo que al hacer su voluntad, Jesús nos considera más que tan solo sus siervos, sus amigos (Cp. Juan 15:14-16), sirvámosle de corazón sabiendo que Él generosamente nos ha concedido por gracia nuestra inmerecida salvación (Cp. Efesios 2:8,9), una vez que fielmente le hayamos servido, habiendo procurado hacerlo cada vez mejor, nuestro Dios nos recompensará (Cp. Lucas 12:37,38).