Instantes reservados para hablar, momentos
tan especiales como cruciales dedicados al diálogo abierto entre dos individuos
ante la urgencia de considerar y esclarecer estos sus sentimientos,
impresiones, emociones, actuaciones y situaciones personales a fin de
desarrollar entre ellos unas más cordiales, sinceras y fructíferas relaciones.
Hablar, escuchar, callar, pensar, evaluar,
reconocer, entender, perdonar y cambiar son algunos de los verbos a ser conjugados al dialogar a solas los dos
reunidos para franca y abiertamente intentar resolver ellos sus conflictos.
Ahora, no presentes ni conjugados por
ambos individuos a la vez los verbos anteriores como elementos indispensables
para el logro de una comunicación tan eficaz como productiva, cualquier
esfuerzo resultará infructuoso y no conducente al mutuo entendimiento.
Socios, amigos, compañeros, cónyuges,
padres e hijos procuran de dichos instantes cuando sus circunstancias
relacionales los precisan, ¿necesitas tú de tales momentos a solas con el
Señor? Desde luego que sí, Él desea estar a solas contigo y atenderte, habla
honestamente con Él, quien conoce mejor que nadie tu corazón (Cp. Mateo 9:4; Juan 16:30) y escúchalo, puesto que está siempre dispuesto a brindarte su consejo (Cp. Proverbios 1:5; II
de Timoteo 3:16,17), entiende y acepta su voluntad (Cp. Mateo 6: 10; Salmos
5:3; Efesios 3:20), recibe su perdón y perdónate a ti mismo y también a los
demás (Cp. Mateo 6:12-15) y enmienda tus pasos (Cp. Mateo 3:8).
Hazte cada vez mejor amigo del Señor (Cp.
Juan 15:14) y a través de estas páginas medita en su Palabra y acompaña tu
reflexión con la oración (Cp. Mateo 6:6), ven, verás, será reconfortante (Cp.
Isaías 26:3).