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martes, 24 de septiembre de 2024

GUÍA / DEVOCIONAL

 

GUÍA

 Por: Carlos Ardila. 

 

 

Si tú desconoces las rutas de alguna ciudad, varias aplicaciones de las que detectan tu ubicación y te dan instrucciones sobre el camino que debes seguir para ir de un lugar a otro te ayudarán.

 

 

Antes de que dispusiéramos de esta clase de herramientas, después de una charla bíblica en un hogar en Quito, Ecuador, ya un poco avanzada la noche, por error, mis acompañantes y yo, terminamos en un peligroso sector de aquella ciudad, entonces no muy conocida por nosotros, qué útil nos hubiera sido una aplicación del tipo GPS.

 

 

Ahora, aunque conozcamos un determinado camino, o estemos familiarizados con él, por distracción, fácilmente nos podríamos desviar y extraviarnos temporalmente, aquella noche, nuestras vidas estuvieron en peligro en una zona oscura y llena de delincuentes, hoy, si dispones de una aplicación que te guie en el camino, y por error te desvías de este, ella, inmediatamente te indica como retomarlo.

 

 

Sabes bien que el Señor Jesús es el camino que nos conducirá a la presencia eterna de nuestro Padre en el cielo (Cp. Juan 14:6), pero, por distracción u error, a veces nos desviamos, a riesgo de podernos perder eternamente, algo que, en definitiva, no deseamos, ¿de qué manera podemos orientarnos para jamás extraviarnos? Por medio de la guía segura e infalible que nos provee el Espíritu de nuestro Dios, es así que, solo deberemos seguirla.

 

 

La Palabra de Dios nos dice que si somos guiados por el Espíritu, no seguiremos la ruta del pecado, sino que estaremos libres de él, y listos para producir todo buen fruto espiritual (Cp. Gálatas 5:18).

 

 

¿De qué te servirá una guía que conoces, pero que no sigues? Inspirado por el Espíritu, el apóstol Pablo escribió:

 

 

«Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida» (Gálatas 5:25).

 

 

Oremos:

 

 

Amado Dios, por nuestra fe, en el Espíritu y en la gracia del Señor Jesús, venimos hoy en oración ante ti, para pedirte que nos ilumines y nos guíes cada día, a fin de no extraviar nuestro camino, y que nos asistas con sabiduría y compromiso, para, por medio de nuestras palabras y buen ejemplo, servir de guías a otros más, animándoles a venir a ti; en el nombre de Jesús, amén.

 

 

OVEJAS / DEVOCIONAL

 

OVEJAS

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Según las Escrituras, es Dios nuestro pastor, y somos nosotros, su pueblo, sus ovejas, con relación a ello, en el libro de los Salmos leemos:

 

 

«¡Reconozcan que el Señor es Dios!

 

  Él nos hizo, y le pertenecemos;[a]

  somos su pueblo, ovejas de su prado» (Salmos 100:3. Cp. Salmos 23:1-6; Juan 10:1-16).

 

 

Por la gracia del Señor, he podido hacer parte de varias congregaciones, dentro y fuera de mi país, y en ellas, me he desempeñado como ministro, es decir, como un siervo ocupado de diversas labores, entre ellas, la predicación y la enseñanza, la visitación, el evangelismo, la consejería y en algunas tareas administrativas, especialmente en lo referido a la tenencia y al manejo del dinero de las congregaciones.

 

 

Se diría, con verdad, que la misión fundamental de la iglesia, es la predicación del evangelio, el cual es el poder de Dios para la salvación del hombre (Cp. Efesios 3:20; Romanos 1:16).

 

 

Algunas congregaciones, especialmente, las de mayor membrecía y con más recursos económicos, están muy bien organizadas, de acuerdo al modelo que para la estructura organizacional de la iglesia local, nos provee el Nuevo Testamento, es decir, que ellas cuentan con evangelistas, pastores, maestros y diáconos (Cp. Efesios 4:11-16; I de Timoteo 3:1-13; Hechos 6:1-6).

 

 

Equivocadamente, en muchas iglesias, se cree que la tarea de la evangelización depende en exclusiva del evangelista, y en los comités de evangelismo, se piensa en «estrategias llamativas e innovadoras» y en grandes eventos para atraer a los no cristianos, y no digo que no deban hacerse; sin embargo:

 

 

Somos los cristianos, el pueblo Señor, las ovejas de su prado. ¿No se reproducen por sí mismas las ovejas? Aunque las apacienta y cuida el pastor, de su propia reproducción se encargan ellas por sí solas, así es que del crecimiento numérico de la iglesia, debemos ocuparnos todos los siervos del Señor, por lo que, según tengamos oportunidad, comprometidamente, comportamos el mensaje de salvación.

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, fiel, justo y verdadero Señor, nos regocijamos en el precioso don de la salvación que tú nos has concedido, al hacernos parte de tu pueblo y ovejas de tu prado, concédenos vivir comprometidos con la labor que nos has encomendado, y testificar de ti, exponiendo con amor, el mensaje del evangelio. En el nombre de Jesús, amén.

 

 

 

DETERMINACIÓN / DEVOCIONAL

 

DETERMINACIÓN

 Por: Carlos Ardila.

 

 

La Palabra de Dios nos dice que si alguno anhela el obispado, es decir, servirle al Señor como un pastor en la iglesia, buena obra desea, y seguidamente, son expuestos los requisitos que debe reunir aquel que aspira a desempeñarse en este importante ministerio (Cp. I de Timoteo 3:1-7).

 

 

A menudo aceptamos o nos autoimponemos algunas responsabilidades, sean estas, académicas, laborales, o ministeriales; lo hacemos así, debido a nuestro deseo de crecimiento y de superación personal, en razón del amor que sentimos por nuestras familias, y muy en especial, porque amamos al Señor y a nuestros hermanos.

 

 

Generalmente, salvo alguna excepción, nos comprometemos a llevar a cabo aquellas acciones para las cuales nos sentimos capacitados, en esta ocasión, quiero llamar tu atención hacia el compromiso que algunos de nosotros, los siervos del Señor, deberíamos asumir, y este es, nuestro servicio a Él como pastores en su iglesia, en tanto y en cuanto, por supuesto, reunamos los requisitos para ser establecidos como tales, el primero de los cuales, es anhelar esta necesaria función de servicio.

 

 

Si llueve y hace frío, tú, te levantas en horario, te abrigas, te cubres, y sales para llegar a tiempo a tus clases o a tu lugar de trabajo, te animan, motivan y movilizan tus deseos de crecimiento y de superación personal, así como el amor que sientes por tu familia, si cumples con tus tareas académicas, y te desempeñas bien en tus labores profesionales, no tendrás ningún problema, y tus esfuerzos serán reconocidos, valorados y recompensados.

 

 

Ahora, piensa en un trabajo al que debes atender, si te has comprometido a realizarlo, para el que se requiere de tu disponibilidad, sin un horario necesariamente definido, en el cual serás tú el blanco de las críticas y en el que recibirás muy poco o ningún reconocimiento, una baja compensación económica o ninguna, en el que serás calumniado e incluso objeto de las burlas y se dudará de tu sinceridad y de tus motivos e intenciones; parece ser este un escenario bastante fatalista e irreal, ¿verdad? Pues es esta una descripción muy ajustada a algunas de las dificultades que debe afrontar quien se compromete a servirle al Señor como pastor.

 

 

Aunque son enormes las alegrías y las satisfacciones cuando le servimos al Señor en este ministerio, muchas son también las aflicciones que debemos estar preparados para afrontar, calculando antes, si seremos capaces de encararlas (Cp. Hebreos 12:2, 3; Lucas 14:28).

 

 

Sobre el compromiso de Jesús, el Príncipe de los pastores, nuestro modelo de compromiso y de determinación, en el evangelio según Lucas, leemos:

 

 

«Cuando se acercaba el tiempo de ascender al cielo, Jesús salió con determinación hacia Jerusalén» (Lucas 9:51).

 

 

Amado y despreciado, aceptado y rechazadocriticado, burlado, calumniado, decepcionado y traicionado, el Señor, quien sabía bien lo que le habría de acontecer en Jerusalén, sin dudarlo, fue en dirección de la ciudad, puesto que estaba determinado a cumplir con la responsabilidad que se había autoimpuesto (Cp. Juan 10:17, 18; Tito 2:14).

 

 

¿Sientes tú el llamado del Señor y deseas autoimponerte esta responsabilidad? Si es así, buena obra deseas, ¿estás determinado a cumplir con tu labor? (Cp. I de Pedro 5:1-4; Eclesiastés 5:4).

 

 

Oremos:

 

 

Amado Padre Dios, bendice y fortalece a cada siervo que, de corazón, desee comprometerse a servirte en este importante ministerio, o en cualquier otra labor en tu iglesia; en el nombre de Jesús, amén.

 

 

 

ACTITUDES Y CONDUCTAS DETESTABLES / DEVOCIONAL

 

ACTITUDES Y CONDUCTAS DETESTABLES

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Según nos lo enseña la Palabra del Señor, Dios es amor, aunque también es Él un fuego consumidor (Cp. I de Juan 4:8; Hebreos 10:26,27).

 

 

Además de lo anterior, uno de los atributos personales de Dios, su Santidad, nos señala que Él está absolutamente separado del mal (Cp. I de Pedro 1:16).

 

 

Sabes, Dios es amor y santidad absoluta, y debido a su santidad, hay algunas actitudes y conductas que Él detesta, desde luego, no en un sentido similar al carnal humano de quien odia y le desea el mal al que aborrece, sino significando la aversión o la abominación que Él siente por aquello que es contrario a la santidad y que es malo o perjudicial para nosotros, acerca de ellas, la Palabra nos dice:

 

 

«Hay seis cosas que el Señor odia,

  no, son siete las que detesta:

 los ojos arrogantes,

  la lengua mentirosa,

  las manos que matan al inocente,

 el corazón que trama el mal,

  los pies que corren a hacer lo malo,

 el testigo falso que respira mentiras

  y el que siembra discordia en una familia» (Proverbios 6:16-19).

 

 

A fin de no hacernos abominables para el Señor, es decir, malvados a sus ojos, con las claras consecuencias de condenación que ello nos acarrearía, apartémonos de estas perversidades, y así como nuestro Dios es Santo, apartado en absoluto del mal, seamos santos nosotros también.

 

 

Oremos:

 

 

Maravilloso y bondadoso Dios de amor, venimos hoy ante ti en oración, para pedirte que, así como tú eres Santo, absolutamente apartado del mal, nos hagas santos para ti, oh, Señor, ayúdanos a guardar tu Palabra en nuestros corazones, para no pecar contra ti, haz de ellos, corazones que sean conforme al tuyo. En el bendito nombre de Jesús, amén.

 

CUERPO Y MENTE / DEVOCIONAL

 

CUERPO Y MENTE

 Por: Carlos Ardila.

 

 

En algunas producciones televisivas, la transformación de la apariencia física de sus protagonistas es un asunto central, y a fin de lograrla, ejercicio y procedimientos estéticos diversos están a su disposición.

 

 

Ahora, ¿qué tal una transformación mental que haga de nosotros personas diferentes?, con pensamientos, emociones y reacciones ideales y menos expuestas al error; así como para transformar alguien su cuerpo y moldearlo a su gusto, cuando esto le es posible, necesita de un modelo, quien desee cambiar su mente, igualmente requiere de algún prototipo que a él le resulte atractivo o ejemplar en lo ideológico.

 

 

Como los hijos del Señor que somos, debemos trabajar en nuestra transformación espiritual, lo cual, desde luego, ha de partir del cambio de nuestra manera de pensar, que en consecuencia, nos hará actuar y reaccionar de un modo diferente. Refiriéndose a un modo particular de razonar y de entender las cuestiones espirituales, inspirado por el Espíritu del Señor, el apóstol Pablo escribió:

 

 

«Pero nosotros entendemos estas cosas porque tenemos la mente de Cristo» (I de Corintios 2:16b).

 

 

¿Cómo hemos de llegar a tener la mente de Cristo? Si le tenemos a Él por modelo, esforcémonos en profundizar en el conocimiento de su Palabra, por medio de la cual nos autoprogramaremos para pensar y actuar de acuerdo a su ejemplo (Cp. Romanos 12:1,2).

 

 

Puesto que nuestro cuerpo es un templo o una morada santa para el Espíritu de Dios, quien vive en nosotros, cuidémoslo bien, y no ofendamos al Señor dándole un mal uso (Cp. I de Corintios 6:19,20).

 

 

Oremos:

 

 

Amado Padre, deseamos pensar y actuar de un modo limpio, transforma nuestras mentes, haz nuestros corazones, corazones conforme al tuyo, en el nombre del Señor Jesús, amén (Cp. Salmos 51:10).

 

NO CAMBIA / DEVOCIONAL

 

NO CAMBIA

 Por: Carlos Ardila. 

 

 

«Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Así que no se dejen cautivar por ideas nuevas y extrañas» (Hebreos 13:8, 9a).

 

 

Uno de los atributos personales del Señor, su inmutabilidad, nos indica que Él jamás cambia, es decir, que Él no puede evolucionar, ya que siempre ha sido y seguirá siendo un ser perfecto, no puede desarrollar un mayor poder, puesto que ya es todopoderoso, y desde luego, no puede decrecer, porque de hacerlo, dejaría de ser Dios (Cp. Santiago 1:17).

 

 

Así como el Señor nunca cambia, tampoco lo hace su Palabra, ella es inspirada, sin error y permanece para siempre, como todo aquel que hace su voluntad (Cp. I de Pedro 1:25, I de Juan 2:15-17).

 

 

En contraste con lo anterior, el enemigo, quien ha influido sobre el mundo, generando confusión y distorsión, nos quiere hacer creer que Dios se ha adaptado a las exigencias del pensamiento moderno, iluminando a algunos hombres para entender mejor su Palabra, y redefinir la moral, los principios y los valores cristianos, e introducir nuevas interpretaciones de las Escrituras, animándonos a aceptar por bueno lo malo y a la oscuridad por la luz (Cp. Isaías 5:20).

 

 

Para Dios, lo inmoral e incorrecto, han sido, son y seguirán siendo los mismos conceptos, si el Señor no cambia, ni lo hace su Palabra, ¿por qué habríamos nosotros de intentar cambiarle a Él su visión?, ¿de persuadirlo de su error?, ¿de apartarnos de su idea perfecta de la verdad, y diseñarnos una propia para estar en sintonía con el mundo? (Cp. Gálatas 1:10).

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, fiel, justo y verdadero, inmutable Señor, conscientes de tu omnisciencia y perfección, reconocemos que tu Palabra es verdad, y nos presentamos hoy delante de ti para pedirte que nos concedas permanecer en ella, y a enseñarla correctamente. En el bendito nombre de Jesús, amén.

 

 

MOSCAS MUERTAS / DEVOCIONAL

 

MOSCAS MUERTAS

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Quizás hayas conocido a una persona que por su reputación de poseer gran sabiduría e inteligencia, por su apariencia de rectitud e integridad, así como por su presencia impactante y atractiva, que debido a su buen gusto al vestir y a su posición social y económica, llamó poderosamente tu atención y te causó una buena impresión, pero que luego, al hablar, en razón de su vulgar expresión, su desatino, imprudencia, ignorancia y altivez, de inmediato te decepcionó, dejándote la peor imagen de sí.

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Así como las moscas muertas apestan todo un frasco de perfume,

  una pizca de necedad arruina gran sabiduría y honor» (Eclesiastés 10:1).

 

 

Por medio de este refrán, Kohelet, el predicador o el orador, Salomón, nos hace saber que el buen aspecto o la agradable apariencia externa de una persona, puede verse totalmente desdibujada, cuando de dentro de ella, es decir, de su corazón, surgen los malos sentimiento, actitudes y expresiones que reflejan su esencia verdadera (Cp. Mateo 23:27, 28; Lucas 6:45).

 

 

Como hermoso debe ser el frasco en el que se almacena la fragancia del más agradable perfume, muy bien cuidada, ha de ser nuestra apariencia externa, y aún más bello debe ser lo que hay dentro de nosotros, es decir, en nuestro corazón. 

 

 

Que la imagen externa de nuestra profesión cristiana, la de identificarnos como seguidores del Señor, llevando la Biblia bajo nuestro brazo, se corresponda internamente, en nuestro corazón, con los sentimientos, actitudes y palabras que surjan de dentro de nosotros, seamos cristianos, no solo en apariencia, sino en verdad (Cp. Juan 4:24).

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, justo, fiel y verdadero, concédenos ser auténticos hijos tuyos, y no tan solo en la apariencia de lo externo, llénanos de ti, ayúdanos a guardar tu Palabra en nuestros corazones, de un modo tal que, nuestras palabras y acciones, inspiradas en el ejemplo de nuestro amado Salvador, sean el fiel reflejo de tu presencia en nosotros. En el nombre de Jesús, amén.

 

MÁS QUE UN CONCEPTO / DEVOCIONAL

 

MÁS QUE UN CONCEPTO

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Por definición, el amor refiere al sentimiento intenso que explícitamente manifiesta nuestra necesidad de estar en relación con otro ser y nos moviliza a ir a su encuentro; el amor, cuando es real, no solo se siente, sino que, además, necesariamente se expresa por medio de acciones concretas.

 

 

Dios es amor, ya lo sabes, y Él ha venido a nuestro encuentro, y día a día, este sentimiento le impulsa a hacernos bien, puesto que amamos al Señor, hemos ido en busca de Él, y este sentir nos anima a servirle.

 

 

Nuestro buen Padre Dios no puede amarnos más, porque su amor ya es perfecto, pero nuestro amor para con Él y los demás, debe crecer y expresarse aún mejor (Cp. I de Juan 4:8, Apocalipsis 2:4; Marcos 12:28-31: I de Corintios 13:1-8).

 

 

Más allá de ser un concepto, el amor debe ser una experiencia, un estilo de vida personal, que cada día nos movilice a hacer y a dar un poco más de nuestra parte. Amamos a Dios, busquemos más de su presencia, crezcamos en el conocimiento de su Palabra, expresémosle nuestro amor por medio de acciones concretas al servirle a diario, amamos a nuestra esposa e hijos, reflejémoslo en actos que hagan evidente lo que sentimos.

 

 

Nuestro ejemplo perfecto de amor es el Señor Jesús, Él no solo nos amó, sino que además, lo manifestó en la cruz, siguiendo sus pisadas, hagamos de nuestro amor, más que solo un concepto, la experiencia de un estilo de vida.

 

 

En I de Juan 2: 4,5, leemos:

 

 

«Si alguien afirma: «Yo conozco a Dios», pero no obedece los mandamientos de Dios, es un mentiroso y no vive en la verdad; pero los que obedecen la palabra de Dios demuestran verdaderamente cuánto lo aman. Así es como sabemos que vivimos en él».

 

 

Oremos:

 

 

Buen Padre Dios, por nuestra fe, en el Espíritu y en la gracia de nuestro amado Salvador, y en total gratitud, por la generosidad de tus bendiciones para con nosotros, nos acercamos hoy a tu presencia, para pedirte que nos perfecciones en el amor. En el nombre de Jesús, amén.

 

 

EN SILENCIO / DEVOCIONAL

 

EN SILENCIO

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Habíamos acordado vernos a las tres de la tarde, pero ella no llegó cumplidamente a nuestro punto de encuentro, y sí que se tardó en venir, mientras yo esperaba, lo reconozco, me mostraba impaciente, sintiéndome cada vez más incómodo, debido a su impuntualidad, al llegar, ella, estaba muy enojada, y me reclamó diciéndome, ¡despistado!, tú en este extremo, cuando era del otro lado del puente que nos veríamos.

 

 

Pensarás, todo se hubiera aclarado con tan solo una llamada, pero, lo que no te he informado es que corría apenas entonces la década de los ochenta, así es que ni ella ni yo teníamos teléfonos celulares, en fin, fue solo un malentendido del cual luego nos reímos y después la pasamos bien.

 

 

Sabes, tú yo, al recibir al Señor, entrando en una relación de pacto con Él, estamos claros sobre la base de nuestro acuerdo, Dios nos ha hecho promesas, y nosotros le hemos prometido obedecerle, no hay confusión, cuando le buscamos, Él no solo viene a nuestro encuentro, sino que, en realidad, siempre está a nuestro lado, y el Señor, nunca deja de saber en dónde nos encontramos, puesto que Él todo lo sabe, y se halla simultáneamente en todos los lugares.

 

 

Si esto es así, como en efecto lo es, ¿por qué, cuando lo invocamos, Dios no llega oportunamente en nuestro auxilio?, pensamos y nos enojamos, ¿por qué Él no nos ayuda en nuestras circunstancias cuando se lo rogamos?, creemos y nos impacientamos al esperarlo.

 

 

Aunque no necesita Dios ninguna aclaración de nuestra parte en cuanto a aquello que necesitamos y le suplicamos, tenemos comunicación directa e inmediata con Él por medio de la oración, no nos enojemos, ni nos impacientemos, ni nos llenemos de quejas en su contra, Él es fiel, sabio y perfecto, su ayuda vendrá en el momento justo, ¡no lo dudemos!, esperémosla en silencio.

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios,

  porque en él está mi esperanza» (Salmos 62:5).

 

 

Oremos:

 

 

Maravilloso y bondadoso Dios de amor, venimos hoy en gratitud ante ti por las bendiciones que tú oportunamente nos has concedido hasta ahora, gracias porque por medio de la oración nos permites expresarte nuestros sentimientos y emociones, nuestras alegrías y tristezas, y poner delante de ti nuestras necesidades y anhelos, buen Señor, tú que todo lo sabes y que todo lo puedes, que no nos olvidas, que sabes en donde y en que circunstancias nos hallamos, que nos rodeas con tu presencia, que no necesitas aclaraciones ni explicaciones acerca de quienes somos o sobre aquello que esperamos de tu parte, fortalece nuestra fe, de un modo tal, que confiadamente, sin dudar de tus promesas, y en silencio, podamos esperar en ti. En el nombre de Jesús, amén.

 

 

 

LIBERACIÓN / DEVOCIONAL

 LIBERACIÓN

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Si escucho su nombre, me lleno de enojo, si oigo su voz, me resuena como un ruido estrepitoso y molesto, si lo veo me da gastritis, saludarlo de beso en la mejilla, seguro me produciría urticaria, ¡no lo soporto!, ¡lo detesto!, y bien justificados son mis sentimientos hacia él, me ha hecho mucho mal, ha sido él mi más grande error, mi peor decepción, cada día de mi vida lo voy a odiar.

 

 

¿Quién de nosotros no ha sido ofendido, agredido e insultado, estafado, calumniado y traicionado? ¿Perdonar? ¡Jamás! Él no se lo merece, ¿cómo olvidar lo que me ha hecho?

 

 

Sabes, hay personas quienes piensan a diario en aquellos que les han causado algún dolor, y lo reviven, padeciéndolo vívidamente al recordar a su ofensor, sus palabras y sus gestos, su mirada, el tono y el volumen de su voz; se diría que es su agresor quien, sin proponérselo y sin saberlo, controla sus mentes y determina su estado de ánimo.

 

 

Algo que en definitiva no es el perdón, es la capacidad de eliminar de nuestra memoria el agravio, en realidad, la decisión de perdonar, consiste en no recordarlo con amargura, por el daño espiritual, mental y físico que el resentimiento nos produce.

 

 

El Señor nos quiere sanos, fuertes y libres, el odio nos enferma, nos debilita y nos hace esclavos del enemigo, luego entonces, en primer lugar, perdonar es un acto de misericordia para con nosotros mismos, que ha de ser una decisión firme del corazón en función de nuestro bienestar.

 

 

Sin perdón, no hay paz en el corazón, el resentimiento nos roba el gozo y destruye nuestra relación con el Señor.

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados» (Mateo 6:14,15).

 

 

Oremos:

 

 

Amado Padre, concédenos experimentar la sensación liberadora del perdón, en el nombre del Señor Jesús, amén.

 

PUERTAS / DEVOCIONAL

 

PUERTAS

 Por: Carlos Ardila.

 

 

 «Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Filadelfia.

 

Este es el mensaje de aquel que es santo y verdadero,

  el que tiene la llave de David.

Lo que él abre, nadie puede cerrar;

  y lo que él cierra, nadie puede abrir:[c]» (Apocalipsis 3:7).

 

 

En su mensaje a la iglesia de Cristo en Filadelfia, el Señor Jesús, el santo y verdadero Dios, se refirió a sí mismo como al que posee una llave, con la que Él abre y cierra puertas según su voluntad.

 

 

Deseas hacer algo muy importante para ti, y no hallas la manera de llevarlo a cabo?, ¿anhelas que se te abra una puerta?, ¿tener una oportunidad? Dios puede abrirte esa puerta, Él puede brindarte esa oportunidad, ¿qué necesitas hacer para que Él haga uso de su poder para ayudarte? Tan solo que tengas toda tu confianza puesta en Él.

 

 

No siempre se trata de ti y de tus habilidades personales, para quienes creemos en Dios, y confiamos en Él, el factor fe que nos hace vivir en dependencia de Él, es fundamental para poder hacer lo que anhelamos, déjame ponerte un ejemplo personal, solo a manera de testimonio, y sin el ánimo de exaltarme.

 

 

A lo largo de mi vida laboral secular y de mi modesto ministerio, he sido muy bendecido por el Señor, ¿por ser el mejor asesor financiero?, ¿debido a haber sido el más extraordinario agente comercial? Absoluta y categóricamente ¡no! ¿Por ser el siervo mejor preparado?, ¿el servidor más dotado con los dones que nos concede Dios? ¡Pero por supuesto que no!

 

 

Fue Dios, cuando nadie creía en mí, quien me abrió una puerta de oportunidad laboral, y sin que fuera yo el mejor perfilado para mi profesión, ni el más idóneo para ocupar el puesto en el que me desempeñaba, quien prosperó mis esfuerzos, fue el Señor quien me abrió puertas para el ministerio, aquellas que no le abrió hasta hoy a muchos hermanos más competentes y fieles que yo.

 

 

Sabes, no se trata solo de nuestras capacidades, que desde luego, provienen de Dios, ni siquiera de nuestros más fervientes deseos, sino del amor y de la misericordia de Dios, quien, debido a nuestra fe, nos abre puertas, sin que realmente lo merezcamos; en gratitud, ¡glorifiquemos su nombre por ello!

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Por lo tanto, es Dios quien decide tener misericordia. No depende de nuestro deseo ni de nuestro esfuerzo» (Romanos 9:16).

 

 

Oremos:

 

 

Bendito Padre celestial, tuyos son el poder y la gloria, tú, que todo lo sabes, que todo puedes, tú que conoces, nuestros más íntimos pensamientos, y nuestros más grandes anhelos de superación personal y de servicio a ti, ábrenos las puertas que por nosotros mismos no hemos podido abrir. En el precioso nombre de Jesús, amén.

 

 

LO INSIGNIFICANTE DE TU SERVICIO / DEVOCIONAL

LO INSIGNIFICANTE DE TU SERVICIO

 

Por: Carlos Ardila.  

 

Pese a tus muy buenas habilidades, provenientes del Espíritu de Dios, ¿sientes que tu servicio para el Señor, carece de valor?, ¿qué si le comparas con el de otros siervos más, es insignificante?, ¿que el trabajo y los esfuerzos de los demás instrumentos de Dios, son mucho más fructíferos?, ¿qué aunque quizás otros servidores no se esmeran tanto como tú por hacerlo bien, limpia, honesta y transparentemente, sus labores son más prósperas que las tuyas?, ¿qué aun cuando tú deseas servirle a Dios en grande, Él te usa en pequeño?, ¿qué inclusive, el ministerio de quienes se muestran claramente deshonestos e infieles, es bastante más reconocido?

 

 

La Palabra de Dios nos dice que, a aquel siervo que le es fiel a Él, cuando sobre lo poco le sirve, Él le recompensará y le pondrá sobre lo mucho (Cp. Mateo 25:21, 23); ahora, ¿cuándo lo habrá de hacer?, quizás sea en esta vida, o talvez en la por venir, en dónde también le hemos de servir en el ambiente celestial (Cp. Apocalipsis 4:1-11), como sea, Él en su soberanía lo ha de definir.

 

 

Al servirle nosotros al Señor y a las personas, algo fundamental hemos de entender, y es que será Él quien nos reconocerá y nos recompensará (Cp. Colosenses 3:23,34).

 

 

Si bien son importantes nuestros dones, los cuales provienen del Espíritu de Dios (Cp. I de Corintios 12:18), valora más el Señor la fidelidad con la cual usemos nuestras capacidades al servirle.

 

 

Recuerda, si usamos fielmente nuestros talentos, el Señor nos dirá: Bien hecho, buen siervo y fiel, de esto dependerá nuestra recompensa. Aquello que hacemos al servirle a Dios, que los demás, e inclusive nosotros mismos, juzguemos pequeño, para Él posee un valor incalculable, por lo tanto, no nos comparemos con otros siervos, ni tengamos en poco nuestras labores.

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, fiel, justo y misericordioso Señor, no precisas de nosotros; sin embargo, pese a nuestra indignidad, tú, generosamente, nos has hecho partícipes en las labores de tu reino, agradecidos por tan extraordinaria bendición, te pedimos que nos ayudes a serte fieles, viviendo de acuerdo a tu voluntad, en santidad, y haciendo un diligente y esforzado uso de las capacidades que tú nos has concedido para servirte. En el nombre de Jesús, amén.

 

  

ESENCIA, GOZO Y PAZ / DEVOCIONAL

 ESENCIA, GOZO Y PAZ

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Hay personas sencillamente encantadoras, amables, sinceras, humildes, respetuosas y prudentes, que con sus buenas formas y actitudes al hablar y en el trato personal, facilitan el fluir de las relaciones más cordiales, que nos alegran el corazón, en tanto que, tristemente y en contraste, existen otras, que dadas sus características personales, negativas, carnales, agresivas, altivas, hirientes e imprudentes, al expresarse, destilan veneno y amargura, y que, con su sola presencia y actitud, generan un ambiente de tensión.

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Algunas personas hacen comentarios hirientes,

  pero las palabras del sabio traen alivio» (Proverbios 12:18).

 

 

Pero, ¿y cuál será la razón por la que algunas personas, al hablar, manifiestan tan malas actitudes y sentimientos? ¿Serán malvadas? Contundentemente, el Señor Jesús puntualizó que, de la abundancia del corazón, habla la boca (Cp. Lucas 6:45); sin embargo, desde luego, tras de todas nuestras actitudes o expresiones, subyace un trasfondo de formación, un buen o un mal ejemplo, algún trauma o dolor que nos ha marcado.

 

 

Un entendimiento de lo que puede haber dentro de un corazón roto o herido, afligido, amargado y confundido e influenciado por el poder perturbador del enemigo, nos puede aproximar a la comprensión de las razones por las cuales, algunas personas piensan, se expresan y actúan tan mal, en perjuicio de otras más, y lo que es aún más lamentable, lastimándose así mismas sin saberlo.

 

 

Ahora, por otro lado, al sufrir nosotros el impacto provocador y destructivo de las palabras y actitudes de las almas atormentadas, hay por lo menos tres cuestiones que debemos considerar: Jamás ceder a la provocación, ni responderle en el mismo tono y con la misma actitud a nuestros agresores, perdiendo así nuestra esencia espiritual (Cp. Proverbios 15:1; Romanos 12:17), nunca permitirle al enemigo, robarnos el gozo, y arrebatarnos nuestra paz por medio de ellas (Cp. I Tesalonicenses 5:16), y compasivos, perdonarlas y orar por su bienestar (Cp. Colosenses 3:13; Mateo 5:44). Una buena actitud de nuestra parte hacia ellas, quizás les ayudará (Cp. Mateo 5:14-16).

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, amoroso, misericordioso y comprensivo, nos gozamos en el precioso don de la Salvación que tú nos has concedido; amado Señor, te damos gracias por tu paciencia para con nosotros, y nos acercamos a ti para pedirte que nos perfecciones en el amor, en la comprensión y en la paciencia, a fin de poder ser bondadosos y compasivos en nuestras relaciones con otras personas más, considerando que, ellas, imperfectas, como lo somos nosotros mismos también, por una u otra razón, se pueden equivocar y actuar en nuestro perjuicio, circunstancia frente a la cual, te rogamos que no dejes perder nuestra esencia cristiana, y nos concedas conservar el gozo y la paz. En el nombre de Jesús, amén.