NO CAMBIA
Por: Carlos Ardila.
«Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Así que no se dejen cautivar por ideas nuevas y extrañas» (Hebreos 13:8, 9a).
Uno de los atributos personales del Señor, su inmutabilidad, nos indica que Él jamás cambia, es decir, que Él no puede evolucionar, ya que siempre ha sido y seguirá siendo un ser perfecto, no puede desarrollar un mayor poder, puesto que ya es todopoderoso, y desde luego, no puede decrecer, porque de hacerlo, dejaría de ser Dios (Cp. Santiago 1:17).
Así como el Señor nunca cambia, tampoco lo hace su Palabra, ella es inspirada, sin error y permanece para siempre, como todo aquel que hace su voluntad (Cp. I de Pedro 1:25, I de Juan 2:15-17).
En contraste con lo anterior, el enemigo, quien ha influido sobre el mundo, generando confusión y distorsión, nos quiere hacer creer que Dios se ha adaptado a las exigencias del pensamiento moderno, iluminando a algunos hombres para entender mejor su Palabra, y redefinir la moral, los principios y los valores cristianos, e introducir nuevas interpretaciones de las Escrituras, animándonos a aceptar por bueno lo malo y a la oscuridad por la luz (Cp. Isaías 5:20).
Para Dios, lo inmoral e incorrecto, han sido, son y seguirán siendo los mismos conceptos, si el Señor no cambia, ni lo hace su Palabra, ¿por qué habríamos nosotros de intentar cambiarle a Él su visión?, ¿de persuadirlo de su error?, ¿de apartarnos de su idea perfecta de la verdad, y diseñarnos una propia para estar en sintonía con el mundo? (Cp. Gálatas 1:10).
Oremos:
Nuestro buen Padre Dios, fiel, justo y verdadero, inmutable Señor, conscientes de tu omnisciencia y perfección, reconocemos que tu Palabra es verdad, y nos presentamos hoy delante de ti para pedirte que nos concedas permanecer en ella, y a enseñarla correctamente. En el bendito nombre de Jesús, amén.