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domingo, 22 de septiembre de 2024

EL JESÚS EMOCIONAL / DEVOCIONAL


EL JESÚS EMOCIONAL

 Por: Carlos Ardila.

 

 

¿Cómo te imaginas a Jesús?

 

 

Según la Palabra de Dios, residían o existían dos naturalezas en la persona del Señor Jesús, la Divina y la humana.

 

 

Por haber tenido Jesús una naturaleza humana, Él nos puede entender, y debido a su naturaleza Divina, el Señor Jesús nos puede ayudar.

 

 

En Filipenses 2:5-8, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.

 

Aunque era Dios,[a]

  no consideró que el ser igual a Dios

  fuera algo a lo cual aferrarse.

En cambio, renunció a sus privilegios divinos;[b]

  adoptó la humilde posición de un esclavo[c]

  y nació como un ser humano.

Cuando apareció en forma de hombre,[d]

  se humilló a sí mismo en obediencia a Dios

  y murió en una cruz como morían los criminales».

 

 

Jesús se sintió feliz cuando el mensaje del reino le fue revelado por el Padre a los sencillos (Cp. Lucas 10:21).

 

 

Jesús desea que sus hijos sintamos el mismo gozo que Él sintió estando en su condición humana (Cp. Juan 15:11).

 

 

Jesús se entristeció al ser rechazado por la mayoría de las personas de la ciudad de Jerusalén (Cp. Lucas 19:41).

 

 

Jesús se conmovió ante la tristeza de los dolientes de Lázaro, quien recién había fallecido (Cp. Juan 11:33-35).

 

 

Jesús se disgustó debido a la tibieza espiritual de los laodicenses (Cp. Apocalipsis 3:16).

 

 

Jesús se enfadó ante la maldad e hipocresía de sus críticos (Cp. Mateo 23:13-33).

 

 

La Palabra de Dios nos aclara que es posible sentir indignación sin pecar (Cp. Efesios 4:26,27).

 

 

Sintiendo el celo por la casa de Dios, Jesús expulsó del templo a los mercaderes y a los cambistas de moneda (Cp. Marcos 11:15-19).

 

 

Jesús sintió compasión de las multitudes que, desorientadas, vagaban sin dirección espiritual (Cp. Mateo 9:36).

 

 

Jesús se cansó de la gente, y procuró distanciarse de las multitudes (Cp. Lucas 9:41; Marcos 6:31-33).

 

 

Jesús se sintió angustiado ante la inminencia o la cercanía de su muerte (Cp. Juan 12:37).

 

 

Al hallarte en medio de tus emociones, recuerda que Jesús te puede comprender, puesto que Él mismo, en su condición humana, enfrentó las mismas emociones que nosotros enfrentamos.

 

 

Y que Jesús, siendo Dios, no solo te puede entender, sino que, además, te puede ayudar.

 

 

En Hebreos 4:14-16, la Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús, el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos».

 

 

Tratemos de controlar nuestras emociones, en vez de dejar que nuestras emociones nos dominen a nosotros.

 

 

Si te sientes triste, enojado o frustrado, no te desquites con los demás, ten presente que ellos no tienen la culpa de lo que a ti te sucede.

 

 

Oremos:

 

 

Maravilloso Dios, cuan grande es tu amor, me supera, no lo puedo comprender, gracias por el ejemplo del Señor Jesús, quien, en santidad perfecta, vivió entre los hombres, consciente de que todo está bajo tu dominio, agradecido por todo lo positivo que me distingue en el aspecto emocional de mi vida, traigo hoy ante ti, lo circunstancialmente negativo de mi ser, mi tristeza, mi frustración y mis sentimientos de impotencia ante algunas situaciones, y todas mis demás emociones, para suplicarte que obres poderosamente en mí, a fin de concederme estar, con tu ayuda, en control de ellas, en vez de permitir que sean ellas las que gobiernen mis pensamientos y determinen mis acciones, en el nombre del Señor Jesús, amén.