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martes, 24 de septiembre de 2024

EN SILENCIO / DEVOCIONAL

 

EN SILENCIO

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Habíamos acordado vernos a las tres de la tarde, pero ella no llegó cumplidamente a nuestro punto de encuentro, y sí que se tardó en venir, mientras yo esperaba, lo reconozco, me mostraba impaciente, sintiéndome cada vez más incómodo, debido a su impuntualidad, al llegar, ella, estaba muy enojada, y me reclamó diciéndome, ¡despistado!, tú en este extremo, cuando era del otro lado del puente que nos veríamos.

 

 

Pensarás, todo se hubiera aclarado con tan solo una llamada, pero, lo que no te he informado es que corría apenas entonces la década de los ochenta, así es que ni ella ni yo teníamos teléfonos celulares, en fin, fue solo un malentendido del cual luego nos reímos y después la pasamos bien.

 

 

Sabes, tú yo, al recibir al Señor, entrando en una relación de pacto con Él, estamos claros sobre la base de nuestro acuerdo, Dios nos ha hecho promesas, y nosotros le hemos prometido obedecerle, no hay confusión, cuando le buscamos, Él no solo viene a nuestro encuentro, sino que, en realidad, siempre está a nuestro lado, y el Señor, nunca deja de saber en dónde nos encontramos, puesto que Él todo lo sabe, y se halla simultáneamente en todos los lugares.

 

 

Si esto es así, como en efecto lo es, ¿por qué, cuando lo invocamos, Dios no llega oportunamente en nuestro auxilio?, pensamos y nos enojamos, ¿por qué Él no nos ayuda en nuestras circunstancias cuando se lo rogamos?, creemos y nos impacientamos al esperarlo.

 

 

Aunque no necesita Dios ninguna aclaración de nuestra parte en cuanto a aquello que necesitamos y le suplicamos, tenemos comunicación directa e inmediata con Él por medio de la oración, no nos enojemos, ni nos impacientemos, ni nos llenemos de quejas en su contra, Él es fiel, sabio y perfecto, su ayuda vendrá en el momento justo, ¡no lo dudemos!, esperémosla en silencio.

 

 

La Palabra de Dios nos dice:

 

 

«Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios,

  porque en él está mi esperanza» (Salmos 62:5).

 

 

Oremos:

 

 

Maravilloso y bondadoso Dios de amor, venimos hoy en gratitud ante ti por las bendiciones que tú oportunamente nos has concedido hasta ahora, gracias porque por medio de la oración nos permites expresarte nuestros sentimientos y emociones, nuestras alegrías y tristezas, y poner delante de ti nuestras necesidades y anhelos, buen Señor, tú que todo lo sabes y que todo lo puedes, que no nos olvidas, que sabes en donde y en que circunstancias nos hallamos, que nos rodeas con tu presencia, que no necesitas aclaraciones ni explicaciones acerca de quienes somos o sobre aquello que esperamos de tu parte, fortalece nuestra fe, de un modo tal, que confiadamente, sin dudar de tus promesas, y en silencio, podamos esperar en ti. En el nombre de Jesús, amén.