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martes, 24 de septiembre de 2024

TÚ Y TU CASA, LA HISTORIA COMPLETA / DEVOCIONAL

 

TÚ Y TU CASA, LA HISTORIA COMPLETA

 Por: Carlos Ardila.

 

 

Una interesante historia, registrada por Lucas, en el libro de los Hechos de los apóstoles, nos informa de una situación, con ocasión de la que, Pablo y Silas fueron puestos en la prisión en la ciudad de Filipos, y nos indica, la forma sobrenatural, mediante la cual Dios les liberó de sus cadenas y provocó que estuviesen abiertas las puertas de las celdas, dando ello, oportunidad a los presos de escapar, lo que finalmente, ninguno de ellos hizo.

 

 

Puesto que creía que los prisioneros, a su cuidado, habían escapado, el carcelero, a fin de evitar su propia ejecución como castigo por parte de sus superiores romanos, se disponía a quitarse la vida, pero persuadido por Pablo y por Silas, este se detuvo, y consciente del papel de ellos, como siervos del Salvador al que anunciaban, y del suceso sobrenatural allí ocurrido, temeroso y temblando, les preguntó:

 

 

«— Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Inquietud a la cual, ellos le respondieron:

 

 

— Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, junto con todos los de tu casa» (Hechos 16:16-31).

 

 

Ahora, ¿es realmente suficiente la creencia de un solo individuo en el Señor Jesús, para que, en razón de ella, todos los miembros de su familia sean salvos, crean ellos o no en nuestro Salvador?

 

 

En esta historia, debe ser considerada toda la información, y no tan solo una parte de ella. Abarcando su totalidad, Lucas, desde el versículo treinta y dos, nos indica, que, el carcelero, y los miembros de su familia, después de escuchar el mensaje del evangelio, creyeron en el Señor Jesús, y que en esa misma hora de la noche, todos ellos lo obedecieron, siendo bautizados para ser salvos (Cp. Hechos 16:32,33; Romanos 10:17; Marcos 16:15,16; I de Pedro 3:21).

 

 

Ya que recibir la salvación que Dios nos ofrece, es una decisión personal, que requiere de la fe y de la obediencia de cada individuo, como el carcelero de Filipos, quien ya estaba interesado en este mensaje, abrió las puertas de su casa, para escucharlo él, en compañía de su familia, y juntos lo obedecieron, tú, que ya crees, haz lo mismo, obedece, y espera que los tuyos lo hagan también.

 

 

Ten presente, que puedes ser tú quien, con tu palabra y con tu ejemplo, lleve el mensaje de la Salvación a tu casa.

 

 

Oremos:

 

 

Nuestro buen Padre Dios, gracias por el precioso don de la Salvación que tú nos has obsequiado, comprometidos con la misión de contribuir a la expansión del mensaje del evangelio, te rogamos que nos asistas por medio de tu Santo Espíritu, para enseñar correctamente tu bendita e inspirada Palabra, para la salvación de las almas sensibles y obedientes que deseamos ayudar a venir a los pies del Señor. En el nombre de Jesús, amén.