LAS BUENAS Y LAS MALAS INVERSIONES
Por: Carlos Ardila.
Las actuales restricciones y controles fiscales respecto a la compra y venta del dólar, la devaluación del peso frente a este, las incidencias de las crisis financieras griega e italiana y española sobre nuestra propia economía, la caída de las más importantes bolsas norteamericanas y europeas, la nueva tasación del mercado inmobiliario argentino en pesos.
¿Qué haré?, ¿en qué he de invertir?, ¿he de hacerlo al corto, al largo o al mediano plazo?, ¿será segura y rentable mi inversión?, son ahora en la Argentina, algunas de las consideraciones e inquietudes ante las circunstancias que algunos anticipan como de posible crisis financiera.
Naturalmente, es legítimo nuestro interés en la adecuada administración e inversión de nuestros recursos financieros, sean estos pocos o muchos (Cp. Mateo 25:14-30).
Ahora, al considerar el tema de las buenas y de las malas inversiones, ¿qué tan bien estamos gestionando la inversión de nuestro tiempo como uno de nuestros más preciados recursos?
¿Lo dedicamos en la proporción necesaria a nuestra relación con Dios, a nuestro crecimiento espiritual y a nuestra familia?
La Palabra de Dios dice:
«¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero pierdes tu propia alma[a]? ¿Hay algo que valga más que tu alma?» (Mateo 16:26).
«No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón» (Mateo 6:19-21).
Oremos:
Nuestro amoroso, perfecto y misericordioso Padre Dios, agradecemos y valoramos tus generosas bendiciones, en especial, en esta ocasión, te damos gracias por el valioso recurso del tiempo, que te pedimos nos ayudes a administrar, poniéndote siempre a ti en el primer lugar, a fin de estar prioritariamente enfocados en servirte, esto, lo oramos a ti, en el precioso nombre del Señor Jesús, a quien le pertenecen la gloria, la honra y el imperio, ahora, y siempre, amén.