LA PEREZA Y LOS SUEÑOS QUE SOLO SUEÑOS SON
Por: Carlos Ardila.
Se dice que soñar no nos cuesta nada, es gratis, por supuesto; sin embargo, no es un sueño equivalente a una visión, referida a una posible realización, que se diferencia de tan solo una ilusión fantasiosa sumida en la inacción.
Quien apenas sueña, de manera consciente, acerca de sus anhelos, pero dormita mientras tan solo existe, ocioso y sin ninguna determinación u esfuerzo, fantasea pensando en que, por arte de magia, sus sueños se harán realidad.
Pasan los días, transcurren los meses y avanzan los años, sin que, generalmente, los soñadores pasivos vean hechos reales sus anhelos, pensarán, quizás, de entre ellos, las personas que viven lejos de Dios, esperanzadas en el azar, la adivinación y otras supersticiones y agüeros más, debido a que el hada de la suerte aún no les ha visitado, pero que pronto vendrá en su auxilio, y talvez con una olla de oro para ellos, por lo cual, de buen ánimo, seguirán esperando que ella se presente (Cp. Deuteronomio 18:10-12).
Pero, no es así, como en general funcionan las cosas, sino que, el éxito en la vida, por lo regular, se corresponde con la ley de la causa y el efecto, alguien llega a tener en mente una visión de progreso y de superación, en razón de la cual, pone en acción sus destrezas y utiliza sus recursos, en función de su alcance.
¿Por qué algunas personas no prosperan, en tanto que otras muchas sí? ¿Será debido al desperdicio de su potencial? (Cp. Mateo 25:14-30).
No basta, no alcanza con tan solo soñar con el éxito, se debe tener una visión acerca de él, y a partir de ella, hacer lo que sea necesario para su logro.
La Palabra de Dios nos dice:
«Si te encanta dormir, terminarás en la pobreza.
¡Mantén los ojos abiertos y tendrás comida en abundancia!» (Proverbios 20:13).
«Los perezosos ambicionan mucho y obtienen poco,
pero los que trabajan con esmero prosperarán» (Proverbios 13:4).
«Pon todo lo que hagas en manos del Señor,
y tus planes tendrán éxito» (Proverbios 16:3).
Oremos:
Bendito Padre celestial, te damos gracias por las capacidades con las cuales tú nos has dotado, ayúdanos a explorarlas, a usarlas y mantenerlas siempre en acción, te entregamos hoy nuestros sueños, y te rogamos que nos ayudes a trabajar con diligencia a fin de hacerlos realidades concretas, si ellos están de acuerdo a tu voluntad, en el nombre de Jesús, amén.