EMBOSCADA
Por: Carlos Ardila.
Cuando más intentabas estar en control de tus emociones y de tus reacciones para evitar el conflicto, ¿reiteradamente, te hallaste en medio de situaciones de provocación y de agresión verbal de algunas personas más en tu contra? (Cp. Romanos 12:16-21).
Al procurar estar más centrado en tu relación de matrimonio, siéndole fiel a Dios y a tu cónyuge, ¿notaste que, de modo aún más frecuente y recurrente, alguien, explicita y manifiestamente, coqueteaba contigo? (Cp. Génesis 39:1-23, Proverbios 7:1- 27).
Sea que hayas caído o no, dejándote llevar por las anteriores circunstancias, tan solo ejemplos de entre otras muchas posibilidades más de tentación, algo hay que no debemos dejar pasar desapercibido, y ello es el ataque astuto, sutil y a veces furibundo, pero siempre continuo de nuestro enemigo, Satanás, quien, valiéndose de las debilidades de otras personas más, y de las nuestras propias, entre otros más de sus recursos, intenta hacernos tropezar (Cp. Santiago 1:12-15).
¿Será qué algo muy importante y para tu bien estás por recibir del Señor?, ¿quizás una mayor recompensa habrá de concederte nuestro buen Padre Dios por tu valioso servicio, y tu sincero anhelo de serle aún más fiel a Él?, ¿ha de ser que el enemigo, furioso, debido a tu deseo de comprometerte aún más con el Señor, desea evitar que seas todavía más bendecido y prosperado, y procura hacerte caer?
¿Recuerdas cómo le respondió el Señor Jesús al enemigo, cuando este, insistentemente, trató de seducirlo con engaños? Él siempre le dijo, escrito está (Cp. Mateo 4:1-11), imitemos su ejemplo, llenemos nuestras mentes de la Palabra de Dios, para responderle al enemigo del mismo modo, haciendo que sea dicha Palabra, la que rija nuestras vidas (Cp. Proverbios 4:23).
Un viejo y conocido refrán popular dice, que en guerra avisada, no muere un soldado; sin embargo, es claro, que nuestro enemigo, el diablo, jamás nos indica en que momento nos ha de atacar, sino que de repente nos embosca, contando con el elemento sorpresa a su favor, intentando sacar provecho de nuestra vulnerabilidad, si acaso nos encuentra distraídos.
Al ser atacados de manera furiosa por el enemigo, debido a nuestro ferviente deseo de serle aún más fieles y útiles al Señor, en lugar de ceder ante sus intenciones, o de desanimarnos, si acaso alguna vez nos hace tropezar, con mayor humildad y anhelo, doblemos nuestras rodillas delante de Él en oración para ser fortalecidos y salir victoriosos en su nombre (Cp. Efesios 6:10-18; Lucas 22:39-46).
La Palabra de Dios nos dice:
«Para que Satanás no se aproveche de nosotros. Pues ya conocemos sus maquinaciones malignas» (II de Corintios 2:11).
Oremos:
Nuestro amoroso, todopoderoso y perfecto Padre Dios, conscientes de la naturaleza espiritual de nuestra lucha en contra de nuestro astuto y sutil enemigo, el diablo, te pedimos que nos hagas sabios para permanecer siempre atentos ante sus ataques, e impedir que tomándonos por sorpresa, nos embosque, en el nombre de Jesús, amén.