SIETE BENDICIONES
Por: Carlos Ardila.
Ver la manera de prosperar y el celosamente cuidar de los bienes materiales adquiridos a fin no solo de preservarlos, sino además de incrementarlos en función de nuestro beneficio personal y del de las más queridas y cercanas personas alrededor de nosotros, son desde luego intereses absolutamente legítimos, siempre que no resulten siendo estos el enfoque único o prioritario de nuestros esfuerzos (Cp. Mateo 6:19-21, 33,34).
Ahora, al habernos relacionado de manera personal con el Señor, nos han sido concedidas ricas bendiciones espirituales que, como bienes especiales bien debiéramos atesorar a fin de preservarlos en función de nuestro bienestar y del de todos los demás con quienes las debemos compartir; para nuestra reflexión, de entre estas hoy quiero compartir contigo las siguientes siete bendiciones:
Nuestros pecados perdonados (Cp. Hechos 2:38; Colosenses 2:12,13); ahora, ¿hemos perdonado a quienes nos han perjudicado? (Cp. Mateo 6:12-15).
El Señor ha sido nuestro proveedor (Cp. Mateo 6:33; Filipenses 4:19), ¿confiamos en sus fieles promesas, o vivimos sumidos en la angustia cruel y estresante de futuras carencias?
Dios nos ha dado su paz que sobrepasa a todo entendimiento (Cp. Filipenses 4:7), ¿vivimos en paz con los demás?
Nuestro padre nos llena de su gozo espiritual (Cp. I de Pedro 1:8). Ahora, eventualmente, ¿le permitiríamos al enemigo arrebatárnoslo? (Cp. Hebreos 12:15).
Nuestro Dios nos ha dado amigos verdaderos y leales (Cp. Proverbios 18:24), ¿nos mostramos amigos para con ellos? (Cp. Proverbios 17:17; 18:24).
El Señor nos ha reservado una corona y una mansión celestial (Cp. Juan 14:2; Santiago 1:12), ¿las cambiaríamos por los placeres mundanos temporales? (Cp. Mateo 6:19-21; I de Juan 2:15-17).
Nuestro Padre nos ha dado a un amoroso Salvador, quien intercede por nosotros (Cp. Juan 3:16; I de Juan 2:1,2), ¿le hablamos al mundo acerca de Él?
Oremos:
Soberano Dios, expresamos a ti nuestra total gratitud, por cuanto nos bendices, tanto en el aspecto material, como en el ámbito espiritual de nuestras vidas, en correspondencia a tu amor, concédenos un enfoque de vida prioritariamente puesto en ti y en los asuntos de tu reino, en el glorioso nombre de nuestro Salvador Jesús, amén.