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Por: Carlos Ardila.
Cuando una puerta se nos cierra, otra se nos abre, siendo que Dios está en control, al permitir que ello acontezca, ¿no será que Él ha dispuesto una bendición aún mayor para tu vida?
Cómodos, en nuestra zona de confort, pensamos en paz y en seguridad, y nos olvidamos de la noción del crecimiento y la superación que nos podrían significar un bienestar superior al anterior.
Pierde o devuelve la llave de la puerta que se te ha cerrado, y espera recibir la de aquella que te será abierta por el Señor.
No vivas más en el pasado, no lo añores, no lo llores, ¿de qué ha de servirte hacerlo? Sé agradecido, con fe y esperanza, mira hacia el cielo en el presente, haz lo que debas hacer, y espera de la mano del Señor un futuro de constante bendición.
La Palabra de Dios nos dice:
«Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen[a] para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos» (Romanos 8:28)
«Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros» (Efesios 3:20).
Oremos:
Todopoderoso Padre, gracias por hacernos entendidos de tu buena voluntad, aquella que cada día podemos constatar, consiste en hacernos solamente el bien, bendiciendo nuestros proyectos, o trazando tú aún mejores planes para nosotros; conscientes de que todo está bajo tu dominio, te rogamos que nos concedas la sabiduría para comprender que en razón de tus fieles promesas, tú harás que todo redunde a nuestro bien, en el nombre de Jesús, amén.
