TRANSFORMADOS Y TRANSFORMERS
Por: Carlos Ardila.
Por definición, la palabra transformar, refiere al cambio de forma observable en alguien o en algo, y ello, en términos espirituales equivale al proceso de transformación, que, por medio de la acción del Espíritu obrando en nuestro ser, nos hace nuevos en cuanto a un cambio de actitud, que conlleva un cambio de vida claramente visible, que nos diferencia de quienes éramos y de qué manera actuábamos antes de entregarle nuestras vidas al Señor Jesús (Cp. II de Corintios 5:17; Romanos 12:1, 2).
La Palabra de Dios nos dice:
«Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos[b] como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza, con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu» (II de Corintios 3:18 NVI).
Así, una persona transformada por el Espíritu de Dios, debe reflejar, como refleja un espejo, el rostro de alguien, los frutos de su conversión, por medio de actitudes y de acciones que se correspondan con el modelo de conducta que tenemos los cristianos en el ejemplo del Señor Jesús (Cp. I de Pedro 2:21, 22).
Por otro lado, en una ficción, como puede parecer la vida de quienes realmente no se muestran tal y como ellos son en todo espacio y situación, el término transformer hace referencia a la capacidad que poseen los robots de la popular producción del cine y de la televisión, Los Transformers, para transformarse en formas alternativas, como la de diversos vehículos y animales.
Como los hijos del Señor que somos, se espera de nosotros una conducta lineal, siempre recta, la de personas transformadas por el Espíritu, que vivimos, a cara descubierta, como auténticos siervos de Dios, asumiendo las actitudes correctas en cada espacio y situación, en vez de la conducta de quienes, como Los Transformers, cambian su forma de ser, comportándose de un modo en la iglesia, y de una manera diferente en el hogar y en el mundo, cuando creen que nadie les ve. (Cp. Gálatas 2:11-14).
Oremos:
Nuestro buen Padre Dios, Santo, fiel y verdadero, nos regocijamos en ti, y agradecidos por la salvación que tú nos has concedido, te rogamos que nos ayudes a vivir como verdaderos y santos hijos tuyos, que transformados por tu Espíritu, procuremos serte siempre fieles, reflejando en cada lugar la presencia e influencia de tu amor y poder en nuestras vidas. En el nombre de Jesús. Amén.