Por:
Carlos Ardila
Frase que
da título a nuestra breve meditación, a la vez que da inicio al monólogo o al
diálogo reflexivo consigo mismo de Hamlet, célebre obra de la literatura
inglesa en la cual Shakespeare nos permite reflexionar acerca del contraste
existente entre los aspectos puros e indecentes, virtuosos y malvados,
positivos y negativos característicos del sentir y del actuar humano al
preguntarse “¿qué es mejor para el alma, sufrir insultos golpes, dardos, o
levantarse en armas contra el océano del mal, y oponerse a él y que así cesen?
Morir, dormir... Nada más; y decir así que con un sueño damos fin a las llagas
del corazón y a todos los males, herencia de la carne, y decir ven,
consumación, yo te deseo. Morir, dormir, dormir... ¡Soñar acaso! ¡Qué difícil!
…?” (Hamlet, acto III, escena 1, William Shakespeare, año 1601).
Ante el
dilema del ser o el no ser, finalmente, ¿a qué conclusión llegó Hamlet, si es
que acaso llegó a alguna? Si quizás querrás saberlo, no he de privarte del
encanto y del suspenso de averiguarlo por ti mismo al leerlo.
Ahora, la
frase en mención, “ser o no ser… he ahí el dilema”, ha sido desde su
popularización usada dentro y fuera de su contexto para fines varios, correctos
e incorrectos, serios o graciosos, trascendentales y banales; en esta ocasión
me he permitido hacer uso de ella en contraste con la siguiente expresión del
Señor en la cual no se nos ofrece ni plantea duda o dilema alguno, sino más
bien se nos señala de manera clara el camino a seguir sin sernos admitido por
Dios un punto intermedio en su aplicación:
“Yo
conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Cp.
Apocalipsis 3:15,16).
¿Ser o no
ser justos? ¿Ser o no ser puros? ¿Ser o no ser fieles?, estando en Cristo no
tendría que representar jamás para nosotros una duda o un dilema; por tanto,
seamos siempre hijos de nuestro Dios, vivamos, pensemos y actuemos como se
espera de nuestra parte.
“El que
no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Cp. Mateo
12:30).