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lunes, 7 de octubre de 2019

SER O NO SER


Por:
Carlos Ardila


     Frase que da título a nuestra breve meditación, a la vez que da inicio al monólogo o al diálogo reflexivo consigo mismo de Hamlet, célebre obra de la literatura inglesa en la cual Shakespeare nos permite reflexionar acerca del contraste existente entre los aspectos puros e indecentes, virtuosos y malvados, positivos y negativos característicos del sentir y del actuar humano al preguntarse “¿qué es mejor para el alma, sufrir insultos golpes, dardos, o levantarse en armas contra el océano del mal, y oponerse a él y que así cesen? Morir, dormir... Nada más; y decir así que con un sueño damos fin a las llagas del corazón y a todos los males, herencia de la carne, y decir ven, consumación, yo te deseo. Morir, dormir, dormir... ¡Soñar acaso! ¡Qué difícil! …?” (Hamlet, acto III, escena 1, William Shakespeare, año 1601).

     Ante el dilema del ser o el no ser, finalmente, ¿a qué conclusión llegó Hamlet, si es que acaso llegó a alguna? Si quizás querrás saberlo, no he de privarte del encanto y del suspenso de averiguarlo por ti mismo al leerlo.

     Ahora, la frase en mención, “ser o no ser… he ahí el dilema”, ha sido desde su popularización usada dentro y fuera de su contexto para fines varios, correctos e incorrectos, serios o graciosos, trascendentales y banales; en esta ocasión me he permitido hacer uso de ella en contraste con la siguiente expresión del Señor en la cual no se nos ofrece ni plantea duda o dilema alguno, sino más bien se nos señala de manera clara el camino a seguir sin sernos admitido por Dios un punto intermedio en su aplicación:

     “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Cp. Apocalipsis 3:15,16).

     ¿Ser o no ser justos? ¿Ser o no ser puros? ¿Ser o no ser fieles?, estando en Cristo no tendría que representar jamás para nosotros una duda o un dilema; por tanto, seamos siempre hijos de nuestro Dios, vivamos, pensemos y actuemos como se espera de nuestra parte.

     “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Cp. Mateo 12:30).