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lunes, 7 de octubre de 2019

SAL Y LUZ


Por:
Carlos Ardila


     En cuanto a la influencia del ejemplo cristiano sobre el mundo, el Señor Jesús afirmó:

     “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos” (Cp. Mateo 5:13-16).

     Mediante estas dos metáforas o comparaciones mentales simples, pero a la vez tan profundas, el Señor Jesús hace referencia a la importancia e impacto del testimonio y de la acción cristiana, al señalar que al igual que la sal útil a los fines prácticos de la sazón y la preservación de los alimentos, los cristianos siendo quiénes somos y estando donde estemos, bien debemos desempeñar la función de agentes transmisores y preservadores de los principios éticos y morales al tratar de influenciar con nuestras acciones a todas las personas con las cuales interactuemos a diario.

      Ahora, al referirse a sus discípulos como a la luz del mundo, el Señor ilustra el poder del testimonio de quienes, actuando de acuerdo a su voluntad, iluminan el camino correcto a transitar por todos aquellos que deseen ser también seguidores del Maestro y glorificarán a Dios al observar el ejemplo de su buen comportamiento.

     Al hacer uso de estas dos impactantes reflexiones acerca del poder del testimonio y de la acción ética y moral cristiana, el Señor enfatiza el valor práctico que debe estar siempre presente en nuestras vidas, que de no caracterizarse por reproducir su ejemplo dejarían de ser útiles a dicho fin   (Cp. Efesios 2:10).

     Pensemos, vivamos y actuemos de una forma tal que seamos útiles al plan práctico de Dios para la preservación del orden ético y moral, que la pureza y santidad de nuestras acciones sean luz y guía al mundo para la gloria de nuestro Dios.