Por:
Carlos Ardila
Era un
hombre muy seguramente bien intencionado, se trató de Uza, él quiso evitar que
el arca del pacto se cayera al piso al intentar trasladarla David
desde Baala de Judá o Quiriat-jearim hacia Jerusalén: “Cuando llegaron a
la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y
la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se
encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella
temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios. Y se
entristeció David por haber herido Jehová a Uza, y fue llamado aquel
lugar Pérez-uza, hasta hoy” (Cp. II de Samuel
6:6-8).
¿Qué
sucedió?, ¿por qué actúo Dios de manera tan caprichosa e ingrata, castigando
cruelmente a Uza, un varón quien solo quiso evitar que el arca del
pacto se cayera? Tanto David como sus acompañantes le desobedecieron, ignorando
sus instrucciones respecto a la forma en la cual el arca del pacto en la
que estaba temporalmente su presencia (Cp. Éxodo 25:22) debería ser
transportada sin ser tocada directamente por hombre alguno debido a su carácter
santo (Cp. Éxodo 25:13-15), a fin de evitar dicho contacto físico directo con
el arca, Dios había dispuesto que se pusieran en ella unos anillos por los que
se introducirían unas varas con las que la levantarían para
trasladarla cuando fuera necesario, al tocarla ignorantemente, Uza,
pese a sus buenas intenciones fue en consecuencia severamente
castigado; luego, después de este incidente, David actúo en
obediencia a Dios siguiendo sus instrucciones como debió haberlo hecho al
principio y el arca del pacto pudo ser finalmente llevada a Jerusalén (Cp. I de
Crónicas 15:2,15).
Al
hacernos, hijos de Señor, voluntariamente, sin que nadie nos
obligue, hemos decidido someternos a sus preceptos y principios
siguiendo al pie de la letra sus instrucciones, quizás nos gustaría contar con
un pasaje bíblico en el cual dijera nuestro Dios: Hazlo todo según mejor
te parezca, adapta mi Palabra a tu cultura y a las costumbres del momento, haz
que tu interpretación y tu práctica les guste a todos aunque a mí no, hazlo del
modo que te sugieran los demás, evita discusiones y situaciones que
te incomoden, finalmente, todo estará bien, mira que no soy así de legalista y
caprichoso, no siempre quiero imponer mi voluntad, si en cada caso encuentras
una mejor forma de la mía, anda, solo ponla en acción; sin embargo, tal pasaje
no existe y Dios continúa esperando que seamos siempre obedientes a sus
instrucciones, adaptándonos a ellas en lugar de pretender hacer que Él se
adapte a nosotros y a nuestros modos, deseos y pareceres
personales (Cp. Éxodo 25:40; Hebreos 8:5).