Copyright © Todos los derechos reservados por Carlos Ardila.

lunes, 7 de octubre de 2019

PEQUEÑOS DETALLES, ¿LEGALISMOS? I


 Por:
Carlos Ardila


     Era un hombre muy seguramente bien intencionado, se trató de Uza, él quiso evitar que el arca del pacto se cayera al piso al intentar trasladarla David desde Baala de Judá o Quiriat-jearim hacia Jerusalén: “Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios. Y se entristeció David por haber herido Jehová a Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy” (Cp. II de Samuel 6:6-8).  

     ¿Qué sucedió?, ¿por qué actúo Dios de manera tan caprichosa e ingrata, castigando cruelmente a Uza, un varón quien solo quiso evitar que el arca del pacto se cayera? Tanto David como sus acompañantes le desobedecieron, ignorando sus instrucciones respecto a la forma en la cual el arca del pacto en la que estaba temporalmente su presencia (Cp. Éxodo 25:22) debería ser transportada sin ser tocada directamente por hombre alguno debido a su carácter santo (Cp. Éxodo 25:13-15), a fin de evitar dicho contacto físico directo con el arca, Dios había dispuesto que se pusieran en ella unos anillos por los que se introducirían unas varas con las que la levantarían para trasladarla cuando fuera necesario, al tocarla ignorantemente, Uza, pese a sus buenas intenciones fue en consecuencia severamente castigado; luego, después de este incidente, David actúo en obediencia a Dios siguiendo sus instrucciones como debió haberlo hecho al principio y el arca del pacto pudo ser finalmente llevada a Jerusalén (Cp. I de Crónicas 15:2,15).

     Al hacernos, hijos de Señor, voluntariamente, sin que nadie nos obligue, hemos decidido someternos a sus preceptos y principios siguiendo al pie de la letra sus instrucciones, quizás nos gustaría contar con un pasaje bíblico en el cual dijera nuestro Dios: Hazlo todo según mejor te parezca, adapta mi Palabra a tu cultura y a las costumbres del momento, haz que tu interpretación y tu práctica les guste a todos aunque a mí no, hazlo del modo que te sugieran los demás, evita discusiones y situaciones que te incomoden, finalmente, todo estará bien, mira que no soy así de legalista y caprichoso, no siempre quiero imponer mi voluntad, si en cada caso encuentras una mejor forma de la mía, anda, solo ponla en acción; sin embargo, tal pasaje no existe y Dios continúa esperando que seamos siempre obedientes a sus instrucciones, adaptándonos a ellas en lugar de pretender hacer que Él se adapte a nosotros y a nuestros modos, deseos y pareceres personales (Cp. Éxodo 25:40; Hebreos 8:5).