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lunes, 7 de octubre de 2019

¿EXPLICA SIEMPRE EL EFECTO A SU CAUSA?


Por:
Carlos Ardila


     ¿Cómo podría creer en un Dios al que no puedo ver ni palpar? ¡Si no puedo verlo, palparlo o descifrarlo, en definitiva, Él no puede existir!

     El hombre, por tendencia natural, indaga e investiga acerca de las cosas en la intención legítima de poderlas comprender, ha sido fruto del ejercicio racional y del intelecto e iniciativa visionaria de algunos individuos que la humanidad ha logrado avances extraordinarios que en materia de ciencia y tecnología han hecho de su vida un algo mucho más cómodo.

     Es así que sueños, producto de la imaginación e inventiva de algunos pensadores, llegaron a hacerse realidad, proporcionando a la humanidad mejores condiciones para el desarrollo de su vida, y grandes verdades antes cuestionadas llegaron a ser posteriormente demostradas, siendo un hecho que aún la ciencia nos deparará más extraordinarias sorpresas (Cp. Daniel 12:3,4); sin embargo, ¿le es dado al hombre el poder entenderlo todo?

    “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Cp. Eclesiastés 3:11).

     Ahora, ¿es todo ejercicio intelectual humano científico? Refiriéndose a una falsa doctrina fue el apóstol Pablo quien inspirado le recomendó al joven evangelista Timoteo: “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual, profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén” (Cp. I de Timoteo 6:20,21).

     Son muchas las interrogantes a las que al hombre ha conseguido ofrecer respuesta; no obstante, son muchas más las que aún no logra responder y otras muchas más las que jamás podrá resolver.

     En cuanto al conocimiento acerca de Dios, una y la más grande de las limitantes del saber teológico, que desde luego lo es también para la ciencia, es la finitud e insuficiencia de la mente del hombre creado; ignorando sus limitaciones, algunos hombres al no poder descifrar y contener plenamente a Dios en sus mentes limitadas, haciendo uso de una más que arrogante imaginación y en el intento de explicar el origen del universo y de la vida sobre este, han formulado teorías absurdas a la vez que estadísticamente imposibles.

     Es la materia transformada la causa en la cual es afirmado por algunos, se ha originado el universo con su vida; sin embargo, quiénes así lo creen aún no nos informan acerca de la causa que produjo la materia que fuera luego transformada; no existen efectos sin sus causas, es Dios el agente causante del efecto de su creación en la cual Él claramente nos es evidente (Cp. Salmos 19:1-6). El no poder ver físicamente al ser espiritual que es Dios (Cp. Juan 4:24), el no entender a plenitud al Señor, en lugar de movernos a la incredulidad y a la negación de su existencia, debiera hacernos reflexionar acerca de nuestra pequeñez reconociendo su poder.

     Sin ser previo a la causa, no puede siempre el efecto explicar por sí mismo, a la causa en la cual él ha sido originado, el hombre puede explicar algunos efectos conociendo de manera previa sus causas; sin embargo, Dios supera a la ciencia a la que ha precedido a la vez que ampliamente rebasa los límites de la capacidad mental humana de la cual Él es el causante, al meditar acerca de la grandeza de Dios y citando al profeta Isaías y a Job, el apóstol Pablo expresó: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Cp. Romanos 11: 33-36; Isaías 40:13; Job 41:11).

     Somos efectos causados por Dios, que aunque magníficamente diseñados y dotados por Él, humildemente debemos reconocer nuestras limitaciones, insuficiencia, finitud y pequeñez; un día dejaremos de estar limitados por el espacio, el tiempo y la materia e iremos a vivir en una dimensión espiritual superior con el Señor (Cp. Filipenses 3:20,21), quizás entonces podamos apreciar y entender mejor la majestuosa grandeza de nuestro Creador (Cp. I de Juan 3:2,3), entre tanto, sensatamente reconozcamos y exaltemos a nuestro hacedor (Cp. Deuteronomio 29:29; Job cap. 38).