Por:
Carlos Ardila
Son los
ojos los medios a través de los cuales las imágenes son capturadas y procesadas
por nuestros cerebros, estas a manera de estímulos visuales impactan en
nuestras mentes afectándonos positiva o negativamente e inciden desde luego en
nuestros estados de ánimo y en la forma en la cual pensamos y actuamos.
Con relación a la visión que en el tiempo llegamos a formarnos acerca de la vida y
del modo en el cual pensamos y actuamos, el Señor Jesús expresó:
“La
lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es
bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu
cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es
tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? (Cp. Mateo
6:22,23).
Si de
acuerdo a la mente de Dios (Cp. I de Corintios 2:14-16; Filipenses 4:8,9))
enfocamos nuestra vista en los aspectos positivos de la vida, en vez de sobre
enfatizar en lo negativo de ella, seguramente podremos vivir mejor, si nuestra
lente al observar a los demás es la del Señor entonces les veremos con amor a
la par que si vemos el mundo a través de su prisma nuestras vidas estarán
llenas de luz.
En lugar
de una visión nublada por la incredulidad y el pesimismo que nos conducen al
fracaso y en vez una visión prejuiciosa respecto a los demás que dificulta
nuestras relaciones, procuremos ver a través de los ojos del entendimiento
espiritual que alumbran nuestra comprensión de las maravillosas bendiciones que
nos brinda nuestro Dios.
¿En qué
te has habituado a enfocar tus ojos?
“No améis
al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque
todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no
proviene del Padre, sino del mundo.
Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de
Dios permanece para siempre” (Cp. I de Juan 2:15-17).