Por:
Carlos Ardila
A diario
y ante las diversas situaciones que debemos encarar el Señor a través de su
Palabra nos dice cuál es el modo correcto de sentir, de pensar, de hablar y de
actuar a la vez que en contraste también nos señala la manera incorrecta de
hacerlo, de entre las varias formas erradas de sentir, de pensar, de hablar y
de actuar consideremos ahora tan solo las siete siguientes procurando
corregirlas tomando en cuenta el consejo de Dios:
Ante el
sentimiento de la propia insignificancia y de la baja autoestima por medio del
cual el enemigo intenta hacernos creer y decirnos a nosotros mismos que es muy
poca nuestra valía pensemos que hemos sido cada quién de nosotros creados a la
imagen espiritual de nuestro Dios lo cual nos ha revestido de una enorme
dignidad (Cp. Génesis 1:26; 5:1).
Frente al
odio y el desamor a través de los que Satanás pretende hacernos creer que nadie
nos quiere recordemos que Dios nos ama de un modo tal que se ha entregado a sí
mismo por nosotros y entreguémonos nosotros mismos a Él (Cp. Juan 3:16; Gálatas
2:20).
De cara
al temor y a la inseguridad personal que nos paraliza no dejándonos hacer lo
que debemos para realizar nuestros sueños o sencillamente cumplir con nuestras
responsabilidades, en vez de decirnos a nosotros mismos que somos inútiles,
recordemos que Dios quien es poderoso está siempre presente y dispuesto a
ayudarnos liberándonos de dicho temor (Cp. Isaías 41:10).
Ante el
pensamiento que nos conduce a creer en la imposibilidad de superarnos
espiritualmente, ya que es débil nuestra carne y fuerte es el enemigo,
reconozcamos que es aún mucho mayor el poder de Dios quien mora en nosotros
(Cp. I de Juan 4:4)
Frente al
pesimismo que anticipa nuestra derrota antes de emprender cualquier empresa,
recordemos que el Señor prosperará nuestras vidas en tanto le seamos fieles y
actuemos con fortaleza y valentía (Cp. Salmos 37:4-6; Josué
1:6-9).
De cara
al afán, la ansiedad y la preocupación, sentimientos inútiles y dañinos que nos
hacen dudar de la provisión material de Dios recordemos que Él siempre nos
sustentará si le hacemos el centro de nuestras vidas (Cp. Mateo
6:25-34).
Ante el
pensamiento de la improductividad de nuestro servicio a Dios tengamos siempre
presente que nuestra labor por Él jamás es vano (Cp. I de Corintios
15:58).
Considerando
aquello que Dios no desea que sus hijos sientan, piensen, hablen o hagan,
suprimamos de nuestras mentes todo pensamiento incrédulo, pesimista,
paralizante y destructivo que nos conduzca a acciones inapropiadas o a la
inacción misma por el engaño del enemigo cuyas mentiras no debemos tomar más
por verdades.