Por:
Carlos Ardila
Quizás
debido a no haber recibido aquello que fervientemente le has estado pidiendo a
Dios en oración, pienses ahora que Él te lo ha negado, y desde luego es probable
que así sea, dado que son solo tres sus posibles respuestas a nuestras
peticiones, la afirmativa, la negativa y el modo espera.
Ahora,
ten presente que una negativa del Señor nos siempre significa un no rotundo,
¿cómo es esto seguramente te preguntarás? Veamos:
Ciertamente,
Dios nos negará todo aquello que no coincida con su voluntad (Cp. Santiago 4:3)
a la par que tampoco nos dará lo que le roguemos siéndole desleales (Cp. I de
Juan 3:21,22; Proverbios 28:9; Isaías 59:1,2).
En
general, si le somos fieles, Dios nos concederá todo cuanto le pedimos y
realmente necesitamos, ello desde luego lo hará siempre en el tiempo que
considere oportuno, pese a que nosotros quisiéramos que su respuesta afirmativa
produjera los resultados inmediatos que solemos esperar (Cp. Santiago 1:4).
Ahora,
eventualmente, Dios nos dirá: no te daré esto que me pides, puesto que tengo algo
aún mucho mejor para ti (Cp. Efesios 30:20,21).
Si aún no
has recibido aquello que tanto le has pedido a Dios, reflexiona: ¿has estado
siéndole fiel a Él?
Si has
sido fiel y aún no has recibido lo que le ruegas, espera un poco más, puesto que
Él en su providencia está disponiéndolo todo a tu favor y oportunamente te
bendecirá (Cp. Romanos 8:28).
Si has
observado fielmente sus mandamientos y todavía no recibes aquello que le pides,
no te desanimes pensando que Dios te ha dado por respuesta un no rotundo, sino que más bien considera que Él ha reservado algo aún mucho mejor de lo que tú le has
estado pidiendo, puesto que sabe el Señor qué es lo mejor para ti.
Su
Palabra dice:
“Porque
todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él
Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (Cp.
II de Corintios 1:20).
“Y yo os
digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué
padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le
dará una serpiente?
¿O si le
pide un huevo, le dará un escorpión?
Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan? (Cp. Lucas 11:9-13).
“Y a
Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo
que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él
sea gloria en la iglesia, en Cristo Jesús, por todas las edades, por
los siglos de los siglos. Amén” (Cp. Efesios 3:20,21).