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lunes, 7 de octubre de 2019

METIDOS EN EL CAJÓN DE SATANÁS


Por:
Carlos Ardila


     Al encender nuestros televisores y ver en ellos algunos de los tantos noticieros amarillos que se trasmiten a diario y en todos los horarios llegan a nuestras mentes una gran cantidad de imágenes y comentarios negativos que inciden desde luego en nuestros estados de ánimo, puesto que en estos una y otra vez nos repiten con insistencia la misma información no siempre veraz y a veces distorsionada o sobredimensionada sobre la corrupción, los robos, las violaciones y la violencia de género cotidiana, la inflación, la crisis económica local y global, las protestas y las huelgas diarias entre otros asuntos preocupantes más. 

     Naturalmente, todos deseamos e inclusive necesitamos informarnos acerca de lo que sucede no solo en nuestro entorno, sino en el mundo en general; ahora, si se trata de ver la televisión a fin de divertirnos sanamente un poco nadie debería criticarnos, ya que es este nuestro derecho; sin embargo, reflexionemos por un instante y pensemos: ¿es realmente edificante la televisión que vemos? Por supuesto, no todos los programas televisivos son perjudiciales, no obstante la gran mayoría de ellos, aun en los horarios familiares, contienen escenas violentas y pornográficas, argumentos de traición y de venganza, vulgaridad y adulterio, embriaguez y drogadicción además de la extravagancia y el escándalo del espectáculo y el chisme farandulero local e internacional y lamentablemente una gran apología del crimen, ya que en muchas series los villanos terminan siendo los héroes que como modelos siguen algunos jóvenes (Cp. Gálatas 5:19-21).

     Todo lo anterior, sin contar con algo aún más grave, en varios espacios televisivos se difama y ridiculiza el nombre de Dios.

     ¡Metidos en el cajón de Satanás!, podría parecerle a alguien quizás un poco fanático el título de la presente reflexión, no obstante este parecer no sería más que tan solo una impresión, ya que real y evidentemente Él ha tomado el control de una gran cantidad de espacios televisivos, ahora, en razón de ello no sugiero en absoluto que rompas tu televisor o que jamás lo vuelvas a encender ni veas programa alguno de televisión, mas si te animo a meditar:

     Estando en casa, ¿cuánto tiempo le dedicas tú a la conversación familiar?, ¿a la lectura bíblica personal?, ¿a la oración y al estudio devocional?, tal vez no es mucho, ¿verdad?, ¿no será este el espacio que le estarás dando de lleno al cajón de Satanás? (Cp. I de Juan 2:15-17).

     Informémonos y tomemos precauciones ante la inseguridad, pero que a raíz de ella el enemigo no nos robe la paz (Cp. Salmos 34:7), que al saber de la crisis financiera, local e internacional, él no nos haga estresar (Cp. Mateo 6:33,34), elijamos bien los programas que hemos de ver y desechemos la maldad reflejada en el cajón de Satanás con la cual no debemos dejarnos contaminar (Cp. I de Juan 3:2,3).