Por:
Carlos Ardila
Nos
parece mentira, mucho nos sorprende y causa gracia el oír de la forma inocente,
ingenua, diría, alguien en la cual nuestros indígenas nativos intercambiaron su
oro a cambio del placer momentáneo de verse reflejados en los espejitos que les
ofrecieran los colonizadores españoles al ser descubierto por ellos nuestro
continente.
Y es que
sin duda alguna nuestros indígenas desconocían el valor de su oro tan común y
abundante en sus tierras, razón en virtud de la cual el intercambiarlo por
aquellos tan frágiles y baratos, pero para ellos atractivos elementos parecía
ganancia, aunque pronto se rompieran.
Desde luego y a diferencia de entonces, comparativamente bien sabemos hoy todos del valor real del oro perdurable frente a la fragilidad de los espejos que adquirimos a un muy bajo costo.
Desde luego y a diferencia de entonces, comparativamente bien sabemos hoy todos del valor real del oro perdurable frente a la fragilidad de los espejos que adquirimos a un muy bajo costo.
Al hacer
mención de aquella, diría alguien, histórica ingenuidad por desconocimiento,
quiero referirme al muy similar hecho sucediéndose cotidianamente en nuestros
tiempos, ¿dónde, cuándo y cómo quizás te preguntes? Pues bien, nuestro enemigo
Satanás, quien desea poseer nuestras vidas, nos ofrece a cambio de ellas los más
atractivos espejismos e inocente, ingenuamente diría alguien más, algunos
suelen caer en sus engaños, así ignorando su estrategia y siendo seducidos
resultan burlados y estafados al atribuir mayor valor a dichos
espejismos que a su oro (Cp. Génesis 3:1-24).
Fama por
moral, placer sexual, por pureza, adicción, por libertad, riqueza, por honestidad,
adulterio, por matrimonio, diversión, alcohol, fornicación, entretenimiento
dañino en la televisión y en la Internet y tiempo con algunos amigos que
influyen para mal por familia, libertinaje y ateísmo por espiritualidad… son
entre otros tantos más los placeres espejismos temporales que finalmente
resultarán produciendo el propio dolor y el de los demás al ser obtenidos a
cambio de lo permanente y verdadero de sus almas similares pero superiores al
oro en su valor (Cp. I de Pedro 1:3-9).
Meditando
en el valor de nuestras cosas verdaderas, salud, valores, familia… y espíritu,
¿habrías de darlas a cambio de espejismos placenteros temporales que al
romperse en mil pedazos te destruirían causando dolor a otros más a tu
alrededor?, francamente, ¿no crees qué más que inocente sería
absolutamente ingenuo y absurdo?, ¿no lo estarás haciendo tú?, ¿estás siendo
acaso estafado al canjear tu oro por espejos, al entregar tus cosas verdaderas
y el oro de tu vida eterna por espejismos de placer vano y temporal? (Cp. I de
Juan 2:15-17).