Copyright © Todos los derechos reservados por Carlos Ardila.

lunes, 7 de octubre de 2019

PEQUEÑOS DETALLES, ¿LEGALISMOS? IV


 Por:
Carlos Ardila


     Él estaba en las mejores relaciones con los dos grupos, ¿con cuáles? Los judaizantes y los nuevos cristianos gentiles; por los judaizantes nos referimos a algunos de los judíos que se habían convertido al cristianismo quienes seguramente de buen corazón y con las mejores intenciones, pero con equívocas razones trataban de imponer al segundo grupo, los gentiles, es decir, los nuevos conversos extranjeros, el rito judío de la circuncisión ya no vigente según Dios ni para los judíos ni para los gentiles, puesto que entonces el Señor había introducido una nueva ley mediante el establecimiento de su Nuevo Pacto, esta vez no solo con Israel sino además con toda la humanidad (Cp. Gálatas 3:24-29; 5:2-4; 6:15; I de Corintios 7:19).

     ¿De quién se trataba? Del apóstol Pedro y de su manejo de sus relaciones con los dos sectores de la iglesia con los que interactuaba; ahora, antes de proseguir, nos es necesario aclarar que la iglesia del Señor no fue diseñada por Dios para la existencia de subgrupos dentro de ella, sino para pensar y funcionar como un cuerpo coherente y unido en un mismo parecer y en una misma práctica siempre regida por su Palabra (Cp. Efesios 4:3-6), lo cual en este caso no se estaba observado debido a la falta de entendimiento que aún algunos cristianos judíos tenían en cuanto a la vigencia de la antigua ley.

     ¿Cómo manejaba el apóstol Pedro estas relaciones? Al encontrarse en medio de los gentiles, él actuaba de una forma, se congraciaba con ellos, pero al venir a él y a los hermanos gentiles o extranjeros, los judaizantes, Él cambiaba de actitud y trataba con ellos de imponerles el rito de la circuncisión, actitud simulada tal que le mereció la exhortación del apóstol Pablo quien le reprendió por la hipocresía en la que había caído y de la que contagiados por él también participaban otros (Cp. Gálatas 2:11-14), postura tal que luego, como resultado de este llamado de atención, ellos cambiaron (Cp. Hechos 15:1-31).

     Pedro quería mantener buenas relaciones con todos los hermanos, pero por temor a los judaizantes, él equivocadamente hacía uso de un doble estándar en su conducta. Nuestro Dios quien es Santo nos enseña a vivir en santidad, parte de ella por supuesto se refleja en nuestro proceder, por ello nuestros pensamientos, prácticas y actitudes en Él hacia los demás, sean estos cristianos o no, debe ser siempre lineal en vez de variable conduciéndonos a la adopción de posturas dobles dependiendo del espacio y de las personas con las que nos relacionemos e interactuemos, no se trata de pequeños detalles a modo de legalismos éticos y morales caprichosos y disociadores, sino de la sinceridad de nuestro corazón para con Dios quien no nos admite el asumir una doble actitud ni ante Él ni en frente de los demás (Cp. II de Corintios 1:12,17; Efesios 4:25; Santiago 3:17) y espera que en vez de tratar de guardar neutralidad entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo verdadero y lo falso, optemos siempre por enseñar su Palabra comportándonos cada quién de nosotros de acuerdo a ella (Cp. I de Pedro 4:11).