Por:
Carlos Ardila
“Hazte un
arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la
calafatearás con brea por dentro y por fuera” (Cp. Génesis 6:14), entonces Noé
replicó: Señor, mejor será de madera de pino, que es a mi parecer más resistente,
a lo cual Dios respondió: Bien, si a ti te parece, luego ordenó Dios a Noé: “Y
de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del
arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura”
(Cp. Génesis 6:15), pero una vez más Noé argumentó ofreciendo a Dios nuevas
dimensiones, las cuales al Señor muy bien le parecieron, dejándole en plena
libertad de hacer según su parecer siempre y cuando le
siguiera demostrando simpatía y así durante varios días ambos discutieron sobre
el mejor modo posible de construir el arca ante lo cual Dios finalmente
concluyó para sí entre avergonzado y agradecido: Vaya, ¡cuánta suerte tengo de
contar con este hombre! ¡Qué hubiera hecho sin él y sus buenas ideas!,
ciertamente sería una fortuna seguir disfrutando de sus sabios consejos, espero
seguirle cayendo bien, me dejaré de necedades, legalismos y tecnicismos,
francamente no quiero perderlo (Cp. Job 9:3; 40:2; Romanos
11:33-36).
¿Fue
realmente así como sucedió? Desde luego que no, Dios quien es soberano eligió a
Noé, el cual fielmente dio cumplimiento a su Palabra, siguiendo al pie
de la letra sus instrucciones, de ningún modo podemos imaginar a Noé
argumentando con Dios: Mira, yo haré tu barquito, pero no me digas que use solo
un tipo específico de madera, lo verdaderamente importante es que yo lo
construya ¿o no?, entonces, déjate de pequeños detalles, y ¿por qué dos
animales de cada especie?, ¿qué tal se me muera el leoncito, y entonces, qué
haremos?, llevaré dos pares de cada uno por si acaso.
Acerca de
Noé, el autor del libro de Hebreos nos dice: “Por la fe, Noé, cuando
fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con
temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe
condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por
la fe” (Cp. Hebreos 11:7).
Haciendo
uso de las mejores intenciones muchas personas intentan servir al Señor
ignorando sus instrucciones, el ejemplo de la fe de Noé nos es presentado como
el complemento perfecto entre el saber racional acerca de la existencia de Dios
y un corazón dispuesto y obedientemente sujeto a su voluntad, nuestro Dios no
es un caprichoso y tirano legalista quién nos oprime y esclaviza, nos ha
elegido y nosotros nos hemos entregado voluntariamente a Él para serle fieles,
tal fidelidad solo es posible a través de nuestra obediencia a su Palabra nunca
legalista y caprichosa, sino siempre sabia y soberana, sirvámosle de acuerdo a
sus instrucciones en vez de intentar erróneamente hacerlo a través de nuestros
modos, opiniones y pareceres personales.