Por:
Carlos Ardila
Todo está
perdido, no hay nada que hacer, el negocio ha sido un fracaso, mi salud cada
día está peor, mis relaciones están rotas, jamás podré rehacerlas, mi hogar ha
sido desintegrado, nunca más podré restaurarlo…
Algunos
hermanos nunca cambian, jamás madurarán, las personas no responden a nuestra
actividad evangelistica, aunque me esfuerzo demasiado, aún no logro superar mis
debilidades.
Mis
oraciones son ineficaces, mucho he clamado sin recibir hasta ahora respuesta
alguna de Dios, ¿será qué Él está realmente allí oyéndome?, ¿existe
Él de veras?, ¿se interesa Él en mí si acaso de verdad existe?
Es cierto
que ante las circunstancias adversas, el pesimismo y la duda nos asaltan; pero, piensa:
Los más grandes
ganadores fueron temporalmente derrotados, pero finalmente ellos triunfaron y tú
mismo antes has sido exitoso, incontables son los testimonios del poder sanador
de Dios e incluso en el pasado tú también has sido sanado, las más perdurables
relaciones sufrieron circunstancialmente algún revés siendo
posteriormente restauradas y el amor superó las
dificultades que pusieron en riesgo la estabilidad de algunas familias hoy
ejemplares (Cp. Isaías 41:10).
Quizás tú
mismo fuiste ayer un poco inmaduro, pero por la gracia de Dios hoy ya eres mucho
más sensato, tal vez tú también hayas tardado en oír la voz del Señor, quienes
hoy no le oyen, probablemente mañana serán convertidos, algunas de tus
debilidades ya han sido superadas e inclusive hoy podrás superarte aún más (Cp.
Hechos 22:6-16; I de Corintios 6:9-11; II de Corintios 5:17).
Muchas de
tus oraciones ya han sido positivamente respondidas por Dios en el pasado, si
persistes en tu fe, otras más te serán contestadas e incluso hoy podrás recibir
más allá de lo que esperas (Cp. Efesios 3:20).
Pese a
que algunas cosas hoy no se te dan como lo esperas, mañana todo será como lo
anhelas, si las flores del jardín ya han caído, mañana este volverá a florecer,
aunque el sol se oculte ahora, luego él resplandecerá de nuevo en lo alto.
Aunque
todo parezca estar perdido, jamás olvides que es Dios quien está al control de
todas las cosas, confía en Él y pronto verás de nuevo su gloria (Cp. Mateo
17:20; Juan 11:40).