Por:
Carlos Ardila
Al vivir
y al compartir nuestras vidas de dedicación y de servicio al Señor en su reino,
observaremos que:
Posiblemente,
nos lleguemos a hallar en periodos de escasez material, aun
así y contentos con lo que tengamos confiemos siempre en
la fiel provisión de nuestro Dios (Cp. I de Timoteo 6:6-10; Salmos 23:1,2;
Habacuc 3:17,18; Mateo 6:33,34; Filipenses 4:13,19).
Quizás
nuestro ánimo menguará, aun así recordemos que toda situación es meramente
temporal y que, por tanto, siempre podremos levantarnos (Cp. I de Reyes 19:9-18;
Isaías 40:28-31; Hebreos 12:1-4).
Algunos
de nuestros hermanos se volverán atrás, aun así nosotros hemos de permanecer
fieles hasta el fin (Cp. Hebreos 12:1,2 10:35-39; Apocalipsis 2:10).
Tal vez
algunas personas nos defraudarán, aun así sirvámosle a nuestro Dios, quien jamás
nos dejará y al final nos recompensará (Cp. Salmos 27:10; Colosenses 3:17,
23,24).
Probablemente,
se nos hará difícil perdonar a los demás en razón de la gravedad de sus faltas
en nuestra contra, aun así hemos de perdonarles siendo conscientes
del perdón que nosotros mismos hemos recibido de parte de nuestro generoso Rey
(Cp. Mateo 6:14,15; 18:22-35).
Nos desconcertará la
forma en la cual el mundo a veces parecerá estar en absoluto descontrol, aun
así y pese a esta aparente situación, recordemos que siempre es Dios quien está
al control (Cp. Éxodo 15:18; I de Timoteo 1:17).
Podríamos
llegar a pensar que nuestro trabajo al servicio del Señor es inútil e
infructuoso, aun así redoblemos nuestros esfuerzos confiando en su poder para
hacer prosperar nuestra labor (Cp. Mateo 9:37,38; I de Corintios 15:58).
Podrá
parecernos que la maldad y la impunidad reinan en el mundo amparando
al impío, aun así tengamos siempre presente que al final será Dios quien
juzgará y castigará a los malos (Cp. Salmos 73; II Corintios 5:10).
Eventualmente,
nos parecerá que el Señor jamás regresará, aun así y a pesar de este temporal
pensamiento, recordemos siempre la fidelidad de sus promesas y tengamos presente
que Él en su paciencia ha retardado su venida esperando que todos los hombres
procedan al arrepentimiento (Cp. II de Pedro 3:9).