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lunes, 7 de octubre de 2019

¿POR QUÉ A MÍ?


Por:
Carlos Ardila


     Cuando todo parecía ir tan mal en tu vida, frente a las circunstancias que obstaculizaron tus planes, impidiendo que se desarrollaran tal como tú los habías propuesto, en esos instantes en los cuales tu existencia aparentaba ser un perfecto caos y te sucedían las que juzgabas ser las más terribles cosas quizás te habrás preguntado protestando: ¿por qué a mí?, ¿y responsabilizaste incluso a Dios de tus males cuestionándole además al pensar que te había dejado solo?

      Sin embargo, actuando Dios casi sin que lo percibieras dándote fortaleza para salir adelante, finalmente superados con éxito los que pensabas ser los más insuperables obstáculos, ¿orgulloso de ti mismo y de tu ingenio ya no te preguntabas más por qué a mí?, o al salir avante ¿notaste la presencia de Dios dirigiendo todo en tu favor?, ¿te percataste del hecho de haber resultado aleccionado y fortalecido al librar los obstáculos?, después de la turbación momentánea ¿pudiste constatar que Dios afirmó tu ánimo y que en calma guiado por Él tuviste la suficiente lucidez como para buscar la solución a tus problemas?, y al solucionarlos, agradecido, ¿le pediste perdón al Señor por tus dudas, protestas y reclamos?

     Ahora, ¿provoca Dios todas nuestras dificultades temporales? Desde luego que no, estas se dan como el resultado de nuestros propios errores o de las actuaciones de terceros e incluso fruto de las acciones propias de algunos de los elementos de la naturaleza.

     Piensa, al sucederte las muchas cosas buenas que te acontecen a diario, te preguntas: ¿por qué a mí?, ¿por qué soy tan bendecido?, ¿por qué el Señor me provee?, ¿por qué Él me ha perdonado?, ¿por qué he sido redimido?, y en gratitud ¿has glorificado su nombre por ello?

     En medio de las dificultades futuras, en lugar de perder tu calma y tu fe preguntándote ¿por qué a mí?, acusando al Señor, recuerda que Él, quien conserva siempre el control por su amor está al pendiente de ti y hará que todo actué en tu favor, incluso aquello que parezca negativo.

      “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Cp. Romanos 8:28,31).